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Vivir en el Pasado

"No puedo olvidar el daño que me hizo". "No dejo de pensar en la forma que me trató". "¿Cómo puedo olvidarle después de haberme maltratado tanto?" "Cuando la ví me provocó pasarle el carro por encima". "Mi papá me hirió demasiado, no creo poder perdonarle". "Siempre estaré marcada por esa horrible experiencia". "Sé que esa relación me hace mucho mal pero lo extraño tanto, es el único que me miraba y me hacía sentir amada, aunque a veces me golpeara, claro, yo sé que le sacaba la piedra". "¿Cómo puede mi jefe maltratarme así si soy la única que le resuelve sus desastres?". "¿Por qué mi mamá no me quiso?".
Estos son algunos de los comentarios que me hacen mis pacientes en la consulta. Vivimos en el pasado. Muchos de nosotros invierte una energía y tiempo valiosos al dedicarse a vivir en el pasado. Cuando hacemos esto no podemos hacer contacto con lo que nos pasa en el presente, por ello vivimos día a día situaciones difíciles que no podemos ver o no hacemos conscientes, por el hecho de que nuestra mente está concentrada en el ayer.
El pasado tiene una particular realidad: sólo sirve para aprender y se almacena en un área de nuestro cerebro no mayor que nuestro dedo pulgar. Sí. Observa tu pulgar y su tamaño. En un espacio así, en tu cerebro, almacenas todas tus vivencias, experiencias, recuerdos y momentos del pasado. Cada quien lo hace más pesado o más liviano de acuerdo a lo que haga con su pasado. Puedes llevar a cuestas una bolsa negra llena de lo que has vivido y hacerla más pesada cuando le das vida en el presente. A medida que mantengas presente todo tu pasado, en esa medida le das fuerza y peso a los malos recuerdos. El pasado no puede volver a ser. El pasado queda atrás cada segundo de nuestra vida. Estas líneas que acabo de escribir en la forma en que las redacté, no me volverán a salir igual a medida que escribo porque ya pertenecen al pasado de este artículo. Todo lo vamos dejando atrás como una forma majestuosa que tiene la vida de enseñarnos a soltar para poder vivir de forma fresca el presente. No existe máquina del tiempo que te pueda llevar a atrás para cambiar lo vivido, retirar lo dicho o reaccionar diferente a una situación determinada. Lo hermoso de la vida es la espontaneidad con la que sucede. Deja fluir tu vida en el presente. Por algo se llama así, porque es un regalo y es el único momento real que tenemos para vivir. Si vives en el pasado convertirás tu vida en una sombra o nube gris que te persigue, te atormenta y no te dejará conectarte con tu aquí y tu ahora. El futuro es incierto, nadie sabe lo que pasará mañana. La ansiedad es el resultado de vivir pensando en el futuro. Ninguno de los dos lugares (pasado o futuro) son sanos para vivir.
Cuando piensas en tu pasado ¿qué piensas? ¿Cuáles son los recuerdos que vienen a tu mente en este momento? Hagamos un ejercicio. Piensa en algún recuerdo triste, terrible, algún evento de tu pasado que te haya marcado o afectado. Ahora, lo más importante es que hagas consciencia de los cambios que se dan en tu cuerpo. ¿Se te llenan de agua los ojos, se acelera la respiración, el corazón, sientes una presión en el pecho o aparece un ligero dolor de cabeza? chequea lo que sucede en tu cuerpo para que hagas consciente el daño que le haces cada vez que vives en el pasado. Cuando pretendes recordar lo malo de tu vida, como una forma de autocastigarte, tal vez, haces que tu cuerpo pase por una serie de eventos químicos que le modifican y restan salud. Liberas sustancias que te envejecen rápidamente y algunos órganos se resienten. La gastritis, la hipertensión, el hígado graso, los dolores articulares o las migrañas que puedas sufrir son producto de lo que haces con tu pensamiento, en la mayoría de los casos. Ahora, hagamos otro ejercicio. Piensa en algún recuerdo alegre, algo maravilloso que te haya sucedido. Recuerda estar consciente de los cambios en tu cuerpo. ¿Mejoró la respiración, sentiste que tu cara se relaja o esboza una ligera sonrisa? o mejor aún ¿una carcajada? Chequea lo que sucede en tu cuerpo y haz la conexión con la sensación saludable que te recorre. Ahora sabes cómo darle salud a tu cuerpo de forma instantánea: recordando y enfocándote en los momentos felices de tu vida. Si no podemos, físicamente, volver atrás, ¿para qué hacerlo en nuestra memoria?
El mejor lugar para vivir es el presente. Ahora te cuento un secreto. Si al recordar los momentos dolorosos de tu vida, aún tu cuerpo se altera y responde fisiológicamente, entonces significa que ese evento o esos eventos no han sido sanados. Perdonar, en un concepto muy simple, es recordar sin dolor. Si te haces consciente de todo lo que te afecta y no has sabido soltar, es tiempo de ir a consulta con un experto en salud mental. Eso sólo te hará más fuerte y feliz.
Vivir en el pasado es la forma más inútil de vivir. No puedes seguir culpándote o castigándote por lo que sea que hayas hecho mal. Necesitas aprender a perdonarte y soltar, para seguir adelante. En el fondo, yo sé, que tú eres un ser maravilloso. Sólo falta que tú mismo o tú misma lo descubras y te lo creas.