Médico Psicoterapeuta - Life Coach y experto en mentoring. Coach Profesional. CEO Branger Center.
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Hambre de Huelga
Chávez dijo que habló con Bolívar, refiriéndose al Fidel.
Para hablar de Chávez, y muy probablemente del fenómeno llamado “chavismo”, debo obligatoriamente y de forma muy responsable hablar de la psicopatología del pensamiento. Específicamente del delirio. La locura por lo general se refiere al delirio, concepto que aún se encuentra en diversos matices y dimensiones de discusión, pero todos de acuerdo que el mejor camino para describir lo que llamamos insanidad o locura es a través del delirio. Esto es así tanto para los psicopatólogos como para la gente en general. Cuando le pides a alguien que te describa un individuo al que catalogarían como loco siempre sale a relucir la descripción de alguien que se cree Napoleón o que habla sobre la conspiración de los marcianos. Esta confusión delirio – locura no solo lo mantiene la gente sino la historia y evolución del concepto de enfermedad mental que ha sufrido a lo largo de algunos siglos, contribuyendo a la confusión del término las diferencias lingüísticas y la traducción de los textos de psicopatología entre el inglés, el francés y el alemán por mencionar algunos. Pero había dicho que hablaría de Chávez. Pues, lo estoy haciendo. Si nos vamos a los conceptos de delirio más utilizados en la actualidad, en especial el basado en Jaspers, podremos leer que delirio es,
- De acuerdo al Diccionario español de J. Casares: desvariar, tener perturbada la razón.
- De acuerdo a Jaspers (1975), los delirios son juicios falsos, que se caracterizan porque el individuo los mantiene con gran convicción, que no son influenciables ni por la experiencia propia ni por conclusiones irrefutables que otros le otorgen y que además su contenido es imposible.
- De acuerdo a Mullen (1979), estas creencias anormales se caracterizan por:
o Son mantenidas con convicción.
o Se experimentan como una verdad eminente.
o No se dejan modificar por la razón ni por la experiencia.
o Su contenido es manudo fantástico o cuando menos intrínsecamente improbable.
o Las creencias no son compartidas por los otros miembros del grupo social o cultural.
- De acuerdo al DSM III-R* (el DSM V no presenta muchas diferencias), el delirio es una creencia personal errónea que se basa en inferencias incorrectas a partir de la realidad externa, sostenida con firmeza a pesar de lo que los demás crean y en abierta oposición a pruebas obvias o evidencias incontrovertibles. La creencia no es ordinariamente aceptada por otras personas del mismo grupo cultural o subcultural (por ejemplo, no es un artículo de fe religiosa). (APA, 1988, p.471 – en Manual de Psicopatología Vol. 1. 1995).
Si parafraseamos el último concepto refiriéndonos a la personalidad que Chávez nos ha mostrado a través de los últimos años por las pantallas de televisión, podemos inferir que (sustituyendo la palabra delirio por el apellido del personaje), Chávez tiene creencias personales erróneas basadas en inferencias incorrectas a partir de la realidad externa, sostenidas con firmeza a pesar de la realidad observada día a día en el País y aún y cuando exista abierta oposición a sus ideas y con pruebas incontrovertibles sobre la desastrosa realidad del País. A diferencia del concepto original, las creencias de Chávez sí son compartidas por otras personas lo que nos lleva a relfexionar que:
- Estas personas sufren el mismo delirio, por lo que podemos hablar de un fenómeno delirante colectivo sobre las bases de la histeria colectiva de Freud.
- Las personas que le “creen” a Chávez lo hacen por la necesidad de creer, más no están involucrados en el delirio ni lo comparten.
- Las personas que le creen, le “hacen” creer que le creen, para beneficiarse del poder del delirante.
- Las personas que comparten las creencias de Chávez en el fondo saben que son delirantes, pero le siguen la corriente para llenar su propio sistema de creencias: vacío y deficiente.
Ahora bien, cabe preguntar, cuáles son las ideas o creencias erróneas que componen el delirio de Chávez. Pues bien, son varias. Menciono sólo algunas a continuación, para luego compararlas con los tipos de delirio que existen en la psicopatología. Algunas de las firmes creencias que Chávez nos ha mostrado (por lo que no digo que las tiene por convicción, ya que para ello habría que hacerle un estudio psiquiátrico serio e independiente), son:
- El País, en los últimos años, ha mantenido un progreso importante en todas las áreas de la vida nacional (salud, seguridad, vialidad, vivienda, economía, entre otros).
- Él es el único que puede liderar al País.
- Él es el libertador de América y las Antillas pues (Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Cuba…)
- Él es, por alineación derivada descendente de creencias, el mesías del nuevo siglo (recordemos sus palabras: “Cristo fue socialista, Bolívar fue un socialista, yo soy un socialista”). Por lo tanto él es Cristo, él es Bolívar y él es Chávez, la nueva trinidad de la revolución. El misterio del gran hombre.
- El imperio lo quiere matar, derrocar, perseguir continuamente.
- Sus enemigos lo quieren ver hecho mártir.
- Su padre es Bolívar, es Fidel Castro y es Martí. Por lo que no tiene madre y es hijo de una tríada homosexual capaz de concebir, de acuerdo a las relaciones inconscientes delirantes que produce su pensamiento. De pronto es hijo de una orgía de creencias delirantes, lo que explicaría su personalidad.
- La iglesia lo quiere arruinar, los opositores son de la CIA y las fallas de su gobierno son culpa del Imperio.
Estas son algunas de las ideas que claramente nos deja entrever el presidente que tenemos actualmente. Veamos estas ideas a la luz de la psiquiatría moderna.
Las ideas delirantes se clasifican en función del contenido, por lo que podemos trasladar las creencias de Chávez a las siguientes descripciones delirantes:
- Delirio de grandeza: Él es el único que puede liderar al País, es el libertador, etc…
- Idea delirante de referencia (delirio de persecución, por ejemplo): me quieren matar, el imperio me ataca, todos los que se oponen son agentes de la CIA, etc…
- Idea delirante extravagante: la salud en el País está en su máxima expresión, la vialidad del País es un éxito, la inseguridad ha mejorado, etc… Todas ideas absurdas que contrastan con una realidad diferida de su pensamiento.
- Idea delirante persecutoria: todo es una conspiración en mi contra.
Si nos metemos en la cabeza de Chávez (guácatelas!), podemos entender por qué necesita acabar con las radios, las televisoras y todos aquellos que critiquen y expongan los descomunales errores de su gobierno, como la corrupción descarada, el despilfarro de nuestro dinero, el deterioro del País y la pérdida de los valores y el orden mismo de las cosas. Todo está en su contra y el personaje es incapaz de entender que es así, en muchos casos, por una consecuencia natural derivadas de sus acciones ineficientes, absurdas y desviadas de toda intención de hacer las cosas bien y apoyar el progreso del País. En la mente de un loco, perdón, un ser que sufre de ideas delirantes, la empresa privada, la oposición política, las radios y televisoras independientes del gobierno, los gremios independientes, la sanidad en general debe desaparecer, para avalar su propia locura y calmar así la angustia psicopática que le produce la posibilidad de estar equivocado. El presidente no solo sufre de ideas delirantes sino que vive bajo la neurótica angustia continua de no ser quien quiere ser, sabiendo que nunca lo será.
El hecho de que un País sea gobernado por un paciente psiquiátrico deja mucho que desear del resto de la población, si nos guiamos por el viejo aforismo que reza que cada pueblo tiene al presidente que merece. Nuestra sanidad mental está claramente comprometida y en franca vía de deterioro. Los gremios dedicados a la salud, en especial, la salud mental, yo les pregunto hoy ¿qué estamos haciendo para cumplir con los mandatos de Hipócrates o de la OMS en materia de salud mental? No mucho. Necesitamos promover más salud mental, prevenir más deterioro y entender que el antivirus a esta locura colectiva no es más que la educación de lo que es ser un individuo sano, con autoestima y la posibilidad de crecer y evolucionar a un estado mejor del que nos encontramos. Da miedo decir lo que pensamos, lo sé. Pero nadie nos salvará del loco si nosotros nos hacemos los locos. Por cierto, si me persiguen por este artículo, yo les digo a aquellos que realmente quieran al presidente y se preocupen por el y su salud, que le busquen ayuda, porque el delirio tiende a deteriorar y el cuadro final no es agradable. No pierdan tiempo ni gasten energías en perseguir fantasmas y ocúpense de su propio futuro, el cual estará comprometido para TODOS si seguimos bajo el liderazgo de un personaje que dista de estar en sus cabales o al menos de gozar de salud mental.
La promoción de la salud mental, a mi parecer, es fundamental en tiempos de crisis. Esta información otorgada a ustedes es netamente científica con algunos acuses subjetivos que es imposible no expresar. Sin embargo, nos toca entender que estamos solos. Somos cada uno de nosotros, individualmente, a quienes nos toca hacer consciencia de nuestras necesidades, creer que podemos ser mejores de lo que somos y solo cuando creamos en ello, entonces encontraremos a otros que creerán lo mismo y allí, el grupo, la masa, será líder en los procesos de cambio de una sociedad. Así ha sucedido siempre, así ha sido nuestra historia, la historia de la humanidad. Si quieres salvar al mundo, comienza salvando tu mundo interno. Como siempre he dicho y seguiré diciendo mientras que tenga aliento en mi cuerpo: “Si tomas la rienda de tu vida en tus manos, algo maravilloso sucede: no tienes a quien culpar”.
La infidelidad, la pareja, los hijos, el amor y los conflictos.
Debemos aprender a responsabilizarnos mas no culparnos de nuestros actos. La pareja se forma cuando el TU y el YO se transforma en un NOSOTROS, desde allí la gente se junta para trabajar en equipo, sin embargo, el amor solito no es suficiente para mantener a dos seres unidos, al amor deben sostenerlo varias columnas, como la de la comunicación, el respeto, el afecto, el compartir, la confianza, la fidelidad, tolerancia, comprensión, entre muchas otras. Cuando alguna de estas columnas sufren daños (no es de un día para el otro, se toma tiempo para que se dañen) entonces ese daño impacta al amor y comienza el desgaste. En pareja debemos aprender que la responsabilidad es compartida en 50% y 50%, ¡ni uno más ni uno menos! Repito: ¡Ni 1% más ni 1% menos! 50-50! Incluso en la infidelidad esa regla se cumple: ¿qué buscamos afuera que no tenemos adentro de la relación? Ambos necesitan hacerse responsables de lo sucedido y dejar de sentirse culpables cuando la infidelidad sucede. Es diferente asumir responsabilidad que vivir con la culpa. La culpa es el sentimiento más inútil y estéril que existe, solo sirve para manipular. De hecho, es el mejor invento de los padres, la religión y la política para manipular. Cada uno es responsable de lo que ha pasado. Si bien es cierto que la comunicación es lo más importante, ya que antes de ser infiel deberíamos decirlo, también es cierto que no tenemos la suficiente madurez y asertividad para hacerlo. En nuestra cultura el hombre está más permisado que la mujer para ser infiel, sin embargo, la mujer hoy día está a la par. Ambos tienen la misma potencialidad de ser infieles. El asunto no es preguntarse ¿por qué pasó? Lo más importante es preguntarse ¿PARA QUÉ PASÓ? Muchas veces las infidelidades destapan una crisis de pareja que tiene muchos años y cuando se descubre se abren las heridas ocultas, se evidencian los problemas de comunicación y en el mejor de los casos, este conflicto conlleva a la toma de decisiones. Podríamos decir que a veces una infidelidad salva una relación de pareja. Esto es muy duro de entender pero así ha sucedido en múltiples oportunidades. En mi práctica como psicoterapeuta de parejas he visto que el problema de la infidelidad no es el contacto sexual con un tercero o una tercera. Es la mentira lo que hace estragos en el proceso. La traición que genera el dolor se basa en la negación del hecho, una negación que por lo general es sostenida en el tiempo, haciendo sentir como loco o loca a quien acusa y denuncia el hecho. Allí es donde la confianza se pierde y la relación sufre de una manera importante. Cuando se tienen hijos no podemos hipotecarles los problemas de los adultos. Mucha gente me dice en mi consulta: “por mis hijos no me separo”, y eso es terrible porque es colocarles un peso encima de sus hombros que no les corresponde. Lo más coherente que se le puede enseñar a un hijo es que si sus padres se dan cuenta que no se aman o no pueden estar más juntos, lo sano es separarse. Así papá y mamá son o serán mejores personas. Eso es lo correcto que debemos enseñarles a los hijos, porque así cuando crezcan, ellos sabrán terminar una relación que les hace daño y no tendrán que quedarse PEGADOS en un infierno de un amor patológico que les desgasta la vida, todo porque eso fue lo que vieron y aprendieron en su casa.
A los hijos se les debe dejar fuera de los problemas de los padres. En especial no usarlos de mensajeros entre un progenitor y el otro, o peor aún, involucrarle en las aventuras psicopáticas detectivescas de ella cuando persigue a su marido para descubrirle con las manos en la masa. Todo esto con la hija o el hijo al lado: “para que vea lo perro que es su padre”. Este es el peor hecho que he escuchado en mi consulta, de muchos otros sórdidos escenarios que he presenciado. Es altamente irresponsable como padres involucrar a los hijos en las conductas irresponsables y muchas veces inmaduras de los progenitores. Estamos claros que los hijos no deben opinar sobre los problemas de los padres, ni nos debe martirizar lo que sientan los hijos al punto de usarlos como excusa para no tomar decisiones. Lo que sienten los niños ante una separación de sus padres es dolor, miedo y confusión. Esto sucede porque muchas veces no hablamos con ellos y creemos que les hará más daño si les decimos que papá y mamá ya no pueden estar más juntos, que la gente se separa a veces para ser mejores personas, pero hay algo importantísimo que se les debe decir: “que papá y mamá los amaran siempre, que estarán allí para ellos en todo momento y que ellos no tienen NADA que ver con la separación”. Esto les da seguridad de que tendrán siempre a sus padres, aunque estos se separen. Ningún hijo quiere a sus padres separados, sea la edad que tengan siempre sufrirán y de ese dolor no los podremos salvar. Pero lo peor sería que para evitarles el dolor nos quedemos en una relación que nos haga daño, porque no seremos mejores padres ni mejores personas y con el tiempo el daño será mayor y con los años será irreversible.Cuando el conflicto está presente es importante que se comuniquen, que se sinceren, sin sacarse los trapitos al sol (o la libreta de los asuntos pendientes por cobrar). Deben aprender a hablarse desde el adulto y decidir lo que quieren hacer. Es natural que la pareja a la que se le fue infiel esté dolida por lo que pasó y para él o ella va a ser muy difícil asumir su cuota de responsabilidad, es mucho más doloroso, en especial para el hombre, asumirse responsable por la infidelidad de su pareja, porque tendría que asumir que la abandonó, la maltrató, la mal usó o la descuidó, descuidando la relación y la expresión del afecto. Debemos dejar que la pareja procese su dolor, que haga todas las preguntas que quiera y responderle con la mayor honestidad posible. Imagínate que él o ella estén quemados en toda su piel, que tiene las burbujas de las quemadas de segundo grado por todo el cuerpo. Pues así es el dolor, no le puedes ni abrazar. Igual está la otra persona, la persona que fue infiel, y por lo general su dolor es más antiguo, porque desde hace mucho tiempo se ha estado desgastando su amor y no se ha atrevido a decir nada. Por esto ambos necesitan sanar primero para poder entender lo sucedido.
La pareja es como una empresa. El amor es la moneda y cada uno tiene una cuenta emocional que debe ser llenada. Si tú le llenas su cuenta emocional entonces cuando le pidas retirar de la cuenta (un masaje, una cena, salir y compartir, un beso….) no habrá problemas…. Pero si él o ella no deposita en tu cuenta emocional comenzará a estar sobregirado y llegará un momento en el que te canses de rechazar sus peticiones y la frustración aparecerá como la norma. (Es como intentar sacar dinero del cajero cuando no se tiene real). No puedes retirar de una cuenta dinero que no tienes ahorrado. Así es el amor. Pero lo más importante a entender es que el amor es una decisión. Es la decisión de mantenerme haciendo cosas para que mi pareja siga enamorada de mí. Y viceversa. Por mucho que ame a mi pareja, si ella deja de tener detalles conmigo, de compartir a solas conmigo, deja de comunicarse conmigo, me critica, persigue o grita todo el tiempo, mi amor comenzará a desgastarse y entonces, si no hacemos algo al respecto, terminaré por dejarle de amar…..Lo más terrible es que muchas veces la persona agresora no está consciente de que es parte del problema. La razón por la que dos personas no deben estar juntos es una sola: que el amor se muera. La frase que el cura de la iglesia debería pronunciar al casar a una pareja es: “hasta que la muerte DEL AMOR los separe”. Cuando el amor se muere, la separación es una decisión de UNO, no de dos. Ese viejo decir que expresa que “donde hubo fuego cenizas quedan”, no es del todo cierto. De hecho, puedes probarlo. Coloca cenizas en un plato y enciende un soplete. El plato quedará calcinado y las cenizas saldrán volando. Quien no ama debe decidir adultamente terminar la relación. Amar no es costumbre ni hábito, ni nada de eso. Amar tampoco es una pasión desbordada que desespera si no se siente la piel del otro. Amar es la necesidad de estar refugiado en los brazos del otro cuando la vida se pone difícil y sentir que no existe otro lugar ni otra persona con la que se quisiera estar. Amar es sentirse seguro en un abrazo, es sentirse identificado en un beso. Amar es la calma que queda después del encuentro íntimo y es no quererse mover de su lado sino querer dormir para luego abrir los ojos y sonreír porque él o ella aún están allí. Amar es hablar con la verdad aunque duela y es trascender a los problemas para hacer ganar al amor. Cuando nos imaginamos el futuro y pensamos que es posible vernos con otra persona que no es mi pareja actual, entonces hay que revisar la relación porque algo no funciona bien. Lamentablemente las parejas actualmente se divorcian por las razones equivocadas: porque ya no te aguanto, porque estoy molesto o molesta, porque me tienes cansado u hostinada, estoy hastiado, sola, frustrado, dolida, etc… Pero ninguna de esas son razones para divorciarse. Que el amor no exista en uno o los dos es la razón correcta. Cuando uno decide divorciarse debe hacerlo en un estado de PAZ, donde ya no haya nada que reclamar, ningún asunto pendiente a resolver y el ciclo esté cerrado. Cuando uno de los dos decide salir por la puerta para no volver jamás debe hacerlo tranquilo, con paz, sin nada que reclamar. Es ahí cuando la gente puede divorciarse. No antes, no en pleno conflicto, no con dolor o por rabia. Porque cuando todo eso pase, es muy triste descubrir que aun se aman, una vez que todo ha terminado y el orgullo no les permita volver atrás y comenzar de nuevo. Ahora bien, existe algo que yo llamo la separación terapéutica. Es una separación acordada por ambos y mediada por un psicoterapeuta, donde uno de los dos sale de casa por 3 meses. Durante ese tiempo se someten a psicoterapia y paradójicamente, en crisis, a veces hace falta estar solos, pensar en frío, descubrir si aún extraño a mi pareja o me extrañan, descubrir si aún existe amor. Si hay amor se hace una reingeniería de pareja para que aprendan a ser felices y disfrutarse mutuamente. Si uno o ambos descubren que no hay amor, entonces de la separación pasan al divorcio, pero sin conflicto, sin traumas, en especial si hay hijos de por medio. Más aún, debe actuarse con madurez y mucha responsabilidad.
Lo primero es asumir la responsabilidad de nuestras vidas, asumir que la vida que tenemos actualmente la hemos construido nosotros y, nosotros y nadie más, ha permitido lo que nos ha sucedido. Cuando asumimos responsabilidad entonces empezamos a ver la vida diferente y a sentirnos diferentes, porque aquel que vive siendo 100% responsable de su vida ¡ya no culpa a nadie, ya no se queja de nada!
La infidelidad, la pareja, el amor y los conflictos.
A los hijos se les debe dejar fuera de los problemas de los padres. En especial no usarlos de mensajeros entre un progenitor y el otro, o peor aún, involucrarle en las aventuras psicopáticas detectivescas de ella cuando persigue a su marido para descubrirle con las manos en la masa. Todo esto con la hija o el hijo al lado: “para que vea lo perro que es su padre”. Este es el peor hecho que he escuchado en mi consulta, de muchos otros sórdidos escenarios que he presenciado. Es altamente irresponsable como padres involucrar a los hijos en las conductas irresponsables y muchas veces inmaduras de los progenitores. Estamos claros que los hijos no deben opinar sobre los problemas de los padres, ni nos debe martirizar lo que sientan los hijos al punto de usarlos como excusa para no tomar decisiones. Lo que sienten los niños ante una separación de sus padres es dolor, miedo y confusión. Esto sucede porque muchas veces no hablamos con ellos y creemos que les hará más daño si les decimos que papá y mamá ya no pueden estar más juntos, que la gente se separa a veces para ser mejores personas, pero hay algo importantísimo que se les debe decir: “que papá y mamá los amaran siempre, que estarán allí para ellos en todo momento y que ellos no tienen NADA que ver con la separación”. Esto les da seguridad de que tendrán siempre a sus padres, aunque estos se separen. Ningún hijo quiere a sus padres separados, sea la edad que tengan siempre sufrirán y de ese dolor no los podremos salvar. Pero lo peor sería que para evitarles el dolor nos quedemos en una relación que nos haga daño, porque no seremos mejores padres ni mejores personas y con el tiempo el daño será mayor y con los años será irreversible.
Cuando el conflicto está presente es importante que se comuniquen, que se sinceren, sin sacarse los trapitos al sol (o la libreta de los asuntos pendientes por cobrar). Deben aprender a hablarse desde el adulto y decidir lo que quieren hacer. Es natural que la pareja a la que se le fue infiel esté dolida por lo que pasó y para él o ella va a ser muy difícil asumir su cuota de responsabilidad, es mucho más doloroso, en especial para el hombre, asumirse responsable por la infidelidad de su pareja, porque tendría que asumir que la abandonó, la maltrató, la mal usó o la descuidó, descuidando la relación y la expresión del afecto. Debemos dejar que la pareja procese su dolor, que haga todas las preguntas que quiera y responderle con la mayor honestidad posible. Imagínate que él o ella estén quemados en toda su piel, que tiene las burbujas de las quemadas de segundo grado por todo el cuerpo. Pues así es el dolor, no le puedes ni abrazar. Igual está la otra persona, la persona que fue infiel, y por lo general su dolor es más antiguo, porque desde hace mucho tiempo se ha estado desgastando su amor y no se ha atrevido a decir nada. Por esto ambos necesitan sanar primero para poder entender lo sucedido.
La pareja es como una empresa. El amor es la moneda y cada uno tiene una cuenta emocional que debe ser llenada. Si tú le llenas su cuenta emocional entonces cuando le pidas retirar de la cuenta (un masaje, una cena, salir y compartir, un beso….) no habrá problemas…. Pero si él o ella no deposita en tu cuenta emocional comenzará a estar sobregirado y llegará un momento en el que te canses de rechazar sus peticiones y la frustración aparecerá como la norma. (Es como intentar sacar dinero del cajero cuando no se tiene real). No puedes retirar de una cuenta dinero que no tienes ahorrado. Así es el amor. Pero lo más importante a entender es que el amor es una decisión. Es la decisión de mantenerme haciendo cosas para que mi pareja siga enamorada de mí. Y viceversa. Por mucho que ame a mi pareja, si ella deja de tener detalles conmigo, de compartir a solas conmigo, deja de comunicarse conmigo, me critica, persigue o grita todo el tiempo, mi amor comenzará a desgastarse y entonces, si no hacemos algo al respecto, terminaré por dejarle de amar…..Lo más terrible es que muchas veces la persona agresora no está consciente de que es parte del problema. La razón por la que dos personas no deben estar juntos es una sola: que el amor se muera. La frase que el cura de la iglesia debería pronunciar al casar a una pareja es: “hasta que la muerte DEL AMOR los separe”. Cuando el amor se muere, la separación es una decisión de UNO, no de dos. Ese viejo decir que expresa que “donde hubo fuego cenizas quedan”, no es del todo cierto. De hecho, puedes probarlo. Coloca cenizas en un plato y enciende un soplete. El plato quedará calcinado y las cenizas saldrán volando. Quien no ama debe decidir adultamente terminar la relación. Amar no es costumbre ni hábito, ni nada de eso. Amar tampoco es una pasión desbordada que desespera si no se siente la piel del otro. Amar es la necesidad de estar refugiado en los brazos del otro cuando la vida se pone difícil y sentir que no existe otro lugar ni otra persona con la que se quisiera estar. Amar es sentirse seguro en un abrazo, es sentirse identificado en un beso. Amar es la calma que queda después del encuentro íntimo y es no quererse mover de su lado sino querer dormir para luego abrir los ojos y sonreír porque él o ella aún están allí. Amar es hablar con la verdad aunque duela y es trascender a los problemas para hacer ganar al amor. Cuando nos imaginamos el futuro y pensamos que es posible vernos con otra persona que no es mi pareja actual, entonces hay que revisar la relación porque algo no funciona bien. Lamentablemente las parejas actualmente se divorcian por las razones equivocadas: porque ya no te aguanto, porque estoy molesto o molesta, porque me tienes cansado u hostinada, estoy hastiado, sola, frustrado, dolida, etc… Pero ninguna de esas son razones para divorciarse. Que el amor no exista en uno o los dos es la razón correcta. Cuando uno decide divorciarse debe hacerlo en un estado de PAZ, donde ya no haya nada que reclamar, ningún asunto pendiente a resolver y el ciclo esté cerrado. Cuando uno de los dos decide salir por la puerta para no volver jamás debe hacerlo tranquilo, con paz, sin nada que reclamar. Es ahí cuando la gente puede divorciarse. No antes, no en pleno conflicto, no con dolor o por rabia. Porque cuando todo eso pase, es muy triste descubrir que aun se aman, una vez que todo ha terminado y el orgullo no les permita volver atrás y comenzar de nuevo. Ahora bien, existe algo que yo llamo la separación terapéutica. Es una separación acordada por ambos y mediada por un psicoterapeuta, donde uno de los dos sale de casa por 3 meses. Durante ese tiempo se someten a psicoterapia y paradójicamente, en crisis, a veces hace falta estar solos, pensar en frío, descubrir si aún extraño a mi pareja o me extrañan, descubrir si aún existe amor. Si hay amor se hace una reingeniería de pareja para que aprendan a ser felices y disfrutarse mutuamente. Si uno o ambos descubren que no hay amor, entonces de la separación pasan al divorcio, pero sin conflicto, sin traumas, en especial si hay hijos de por medio. Más aún, debe actuarse con madurez y mucha responsabilidad.
Lo primero es asumir la responsabilidad de nuestras vidas, asumir que la vida que tenemos actualmente la hemos construido nosotros y, nosotros y nadie más, ha permitido lo que nos ha sucedido. Cuando asumimos responsabilidad entonces empezamos a ver la vida diferente y a sentirnos diferentes, porque aquel que vive siendo 100% responsable de su vida ¡ya no culpa a nadie, ya no se queja de nada!
Influenza Porcina
www.who.int/csr/disease/swineflu/es/index.html
www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/swineflu.html
www.cdc.gov/swineflu/espanol/swine_espanol.htm
Responsabilidad, higiene, autoprotección y mucha vigilancia. Hasta una próxima entrega.
Influenza Porcina
Las crisis según Albert Einstein
Telepsicoterapia
Percepción, realidad y consciencia.
- Un arte que es posible aprender.
- Requiere comprender que las percepciones individuales del mundo son diferentes.
- Requiere saber escuchar.
- Requiere admitir que los otros tienen maneras de pensar, comportamientos y formas de hacer las cosas diferentes a las nuestras.
- Requiere considerar que las personas cambian día a día: de humor; de punto de vista; de carácter.
- Requiere evitar la creación de una imagen estática y rígida de las personas.
Esto, Moller lo llamó "Empatía". Si lees con atención podrás observar que el tema de la percepción de los demás es fundamental para lograr una comunicación adecuada. Por esto es que entramos en conflicto, cuando no vivimos en el aquí y el ahora, contaminamos las percepciones y no estamos conscientes de lo que estamos haciendo con nuestra vida.
Debemos ser cuidadosos al relacionarnos con los demás, flexibilizar nuestras creencias y mejorar las actitudes. De esta manera lograremos hacer equipos de trabajo más efectivos, más productivos y por ende, más exitosos.