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Feliz Año 2016!

A pocas horas del cambio de año en los calendarios y agendas de todo el mundo he recibido muchos mensajes contentivos de hermosos deseos para el nuevo año. Lo que me ha llamado la atención es que todos, sin excepción, refieren el deseo que "el nuevo año te traiga"; aunque no dejo de agradecer el deseo y la bella intención soy un convencido de la importancia de los códigos lingüísticos que definen nuestras vidas. Por eso no dejo pasar la oportunidad de decirles que no sigamos colocando "afuera" las posibilidades de cosas buenas para nosotros en el 2016, y cuando digo "afuera" es decir que el año nuevo "nos traiga", como si dependiera del año, de la fecha del tiempo. Repito, entiendo la alusión del deseo en su expresión más conocida pero prefiero despedir y comenzar el año aplicando toda la ontología que pueda aplicar, al fin y al cabo todo en la vida es un hecho lingüístico y necesitamos nuevas programaciones. Por lo tanto quiero desear a todos mis familiares, amigos, compañeros, clientes, pacientes, conocidos, contactos de redes, a todos, que en el nuevo año tengamos la voluntad de perseguir nuestros sueños, la fuerza de buscar la felicidad donde sea que se encuentre, tengamos la Fe de un mejor futuro para nosotros y nuestros seres amados y la claridad para identificar todo aquello que me aqueja y cambiar la mirada hacia todas las bendiciones que tenemos a nuestro alrededor. Vamos a vibrar alto, podemos ser una mejor versión de nosotros mismos y por ende una mejor versión de País. Nada hacemos con una nueva Asamblea si no realizamos los cambios internos que nos toca a cada uno, haciendo brillar nuestro lado luminoso. Que en el 2016 la Fuerza nos acompañe a todos!

Valores Comunitarios

Así como a veces uno se tropieza con algo valioso y sientes la tentación de quedártelo, aunque sabes que no debes porque no es tuyo, me he tropezado con este artículo en la red y es una obligación hacer lo contrario, compartirlo con todos por su pertinencia en nuestra realidad actual.

Un concepto que me ha intrigado es una idea antigua y fundamental, la idea de comunidad. La esencia de la comunidad, su alma misma, es el intercambio no-monetario de valor; cosas que hacemos y compartimos porque nos importan otros, y para el bien de todos. La comunidad se compone de aquello que no intentamos medir, de lo que no llevamos registro y no pedimos recompensa. La mayoría son cosas que no podemos medir, no importa cuánto lo intentemos. Ya que no pueden ser medidas, no pueden ser cuantificadas en dólares, o barriles de petróleo, o quintales de maíz – cosas tales como respeto, tolerancia, amor, confianza, belleza, cuyo suministro no tiene fronteras ni límites. El intercambio no-monetario de valor no surge sólo de motivaciones altruistas. Surge de una comprensión profunda, intuitiva, con frecuencia subconsciente de que el interés propio está inseparablemente conectado con el interés comunitario; que el bien individual es inseparable del bien del conjunto; que de alguna manera, con frecuencia más allá de nuestro entendimiento, todas las cosas son, a una y la misma vez, independientes, interdependientes e intradependientes – que el “uno” singular es simultáneamente el “uno” plural.

            En una verdadera comunidad, la unidad del “uno” singular y el “uno” plural se extiende más allá de la gente y las cosas. Se aplica tanto a creencias, propósitos como principios. Algunos los tenemos en común con todos en la comunidad. Otros los podemos tener en común con sólo algunos miembros de la comunidad. Otros aún pueden ser sustentados sólo por uno. En una verdadera comunidad, los valores que otros sustentan y que no compartimos, los respetamos y toleramos, ya sea porque nos damos cuenta de que nuestras propias creencias requieren respeto y tolerancia en retribución, o porque conocemos suficientemente bien a los que sustentan creencias diferentes para comprender y respetar la humanidad en común que subyace a toda diferencia. Sin una abundancia de valor no material, e una igual abundancia de intercambio no monetario de valor material, ninguna verdadera comunidad ha existido o existirá alguna vez. La comunidad no tiene que ver con ganancia. Tiene que ver con beneficio. Confundimos ambos para peligro nuestro. Cuando intentamos monetizar todo el valor, estamos metódicamente desconectando a las personas y destruyendo la comunidad.

            El intercambio no monetario de valor es el sistema más efectivo y constructivo que se haya creado. La evolución y la naturaleza lo han ido perfeccionando por miles de milenios. No requiere dinero, contratos, gobierno, leyes, cortes, policía, economistas, abogados, contadores. No requiere de ninguna manera de expertos consagrados o certificados. Requiere sólo de personas comunes y corrientes, que se hacen cargo.

            La comunidad verdadera requiere proximidad; contacto e interacción continua y directa entre la gente, su entorno y los objetos que lo componen. A lo largo de la historia, el elemento de construcción fundamental, la quintaesencia de la comunidad, ha sido siempre la familia. Es allí donde se da el mayor intercambio no monetario de valor. Es allí donde se crean e intercambian los valores no materiales más poderosos. Es desde esa comunidad, para bien y para mal, que se forman todas las otras comunidades. El intercambio no monetario de valor es el alma misma de la comunidad, y la comunidad es el elemento ineludible y esencial de la sociedad civil.


              Si tuviéramos que articularnos para diseñar un sistema eficiente para la destrucción metódica de la comunidad, no podríamos hacer nada mejor que esforzarnos por monetizar todo el valor y reducir la vida a la tiranía de la medición. La comunidad es más que una hoja de mega-balance con el valor sumado en la última línea. El dinero, los mercados y la medición tienen su lugar. Son herramientas importantes incluso. Debemos honrarlas y usarlas. Pero están muy lejos de la deificación que sus apóstoles demandan de nosotros, y frente a la cual caemos de rodillas demasiado rápido. Sólo los tontos adoran sus herramientas.


              No puede haber sociedad sin comunidad. De hecho, no puede haber vida sin ella. Toda la vida, toda la naturaleza, todos los sistemas planetarios están basados en ciclos cerrados de recibir y dar, a excepción única de esa donación de energía que proviene del sol. No puede existir forma alguna de vida sin ciclos balanceados de dar y recibir.

               El intercambio no monetario de valor implica una diferencia esencial entre recibir y obtener. Recibimos dones. Tomamos posesión. Es un error confundir compra y venta con dar y recibir. Es un error confundir dinero con valor. Es un error creer que todo el valor puede ser medido. Y es un error colosal intentar monetizar todo el valor.

               Cuando lo intentamos, metódicamente sustituimos el sistema más efectivo de intercambio de valor por el menos efectivo. Debido a que no podemos medir matemáticamente el intercambio no monetario y voluntario de valor, no podemos probarle a nuestra mente racional la eficiencia del todo o las partes. Ni podemos tecnificar o controlar lo que no podemos medir. El intercambio no monetario de valor frustra nuestra búsqueda de la predictibilidad perfecta, y del control que ella siempre promete pero que nunca puede entregar.


               Cuando monetizamos el valor, logramos tener un instrumento de medida, aunque engañoso, que nos permite calcular la eficiencia relativa de cada parte del sistema. Nos permite diseñar mecanismos para “resolver” problemas que nuestras mediciones han revelado. De extraña forma, con la medición damos vida a problemas que luego tratamos de hacer desaparecer con técnicas. No se nos ocurre que destruir un sistema extraordinariamente efectivo cuyos valores no podemos calcular, para calcular así la supuesta eficiencia de un sistema ineficaz, es algo errado en su fundamento mismo. No se nos ocurre que tecnificar una sociedad y sus estructuras institucionales basándose en mediciones matemáticas pueda ser una falla fundamental de concepto. Como dice el refrán, “lo que se mide es lo que resulta”. Quizás es ése precisamente el problema.

                Dar y recibir no puede ser medido en ningún sentido significativo. Una donación con expectativa no es ninguna donación. Es una negociación. En un intercambio no monetario de valor, dar y recibir no es una transacción. Es una ofrenda y aceptación. En la naturaleza, cuando un ciclo cerrado de recibir y dar se desbalancea, pronto surgen la destrucción y la muerte. Lo mismo ocurre en la sociedad.

Cuando el delirio del dinero se enseñorea, llegamos a creer que la vida es un derecho que conlleva otro derecho, que es el derecho de obtener y poseer. La vida no es un derecho. La vida es don, y conlleva un don, que es el arte de dar. Y comunidad es el lugar donde podemos dar nuestros dones y recibir los dones de otros.

               Cuando nuestra consciencia individual y colectiva se haga receptiva a nuevos conceptos de organización que implica dicha forma de pensar, puede que la sociedad y sus instituciones entren en armonía con la riqueza y abundancia del espíritu humano y con la Tierra de la cual aquél es parte inseparable. Esta es la voz que nos canta ahora, y la canción comienza a escucharse en todas partes.

Hock, Dee. "El Nacimiento de la Era Caórdica", Granica, 2001


Fuente: http://wvr.blogspot.com/2008/06/valores-comunitarios.html

EL ROBO DE UN PAÍS

Temprano en la mañana vía al colegio de mi hijo, luego de dejarlo para su jornada escolar, me voy a mi trabajo escuchando, como de costumbre, a César Miguel Rondón en su programa de todos los días. Se encontraba conversando con dos invitados, internacionalistas, quienes hacían algunos análisis del comportamiento de Maduro al referirse a la arremetida reciente contra España, sus reacciones pos Cumbre, la radicalización del proceso, entre otras cosas ya conocidas por todos. Escuchando todo esto me embargaba una inmensa preocupación al percatarme que lo que ahora hacemos es analizar al régimen y sus movimientos. Cuanto poder le hemos otorgado al dictador de Miraflores. No solo hemos permisado que nos quite todo lo que nos daba tranquilidad si no que ahora nos ha quitado el espacio del pensamiento. Solo se habla de política, de Maduro, de sus chistes, de sus alocuciones y hasta expertos son invitados a la radio a hablar de este señor que, debo decir, se alimenta de la atención que le prestan. Lo más grave, en mi opinión muy personal, es que hemos sido testigos del robo más grande de la historia, siendo protagonistas del mismo porque somos las víctimas de dicho robo: El robo de un País.

El año pasado se robaron US$10,4 millones de un camión de caudales en el aeropuerto de Santiago de Chile. El hecho es considerado como el robo del siglo en el país sudamericano, según dicen. Sin embargo, el botín palidece frente a otros asaltos considerados los 10 que lideran el ranking como lo fueron el robo del tren de Glasgow donde se llevaron un botín de 2,6 millones de libras esterlinas (equivalentes a US$40,3 millones de la actualidad); en el 2003 una banda de italianos robó el Centro de Diamantes de Amberes (Bélgica) y se llevó joyas por US$140 millones; También en Bélgica, el 19 de febrero del 2013 ocho hombres disfrazados de policías robaron un cargamento de diamantes que un camión de la compañía Brink’s iba a embarcar en el aeropuerto de Zaventem, en Bruselas. El robo duró 5 minutos y fue por la cantidad de US$ 51,9 millones; 2005 en el terminal Schiphol, en Ámsterdam US$ 100 millones; Banco Central en Brasil (US$86,4 millones); Golpe en Boston (US$300 millones); Securitas (US$117 millones); Joyería Harry Winston (US$106 millones); Aeropuerto JFK (US$20 millones); En helicóptero de manera increíble se robaron en USA $ 5,5 millones. Lo increíble de esta lista es que suma un aproximado de mil millones de dólares robados en el mundo. Ya ve por donde va este artículo.

Los robos considerados como los más impresionantes o importantes del mundo se quedan cortos frente a la insólita suma de 25 mil millones de dólares que solo vía CADIVI desaparecieron del futuro de los venezolanos, sin mencionar el caso de la Banca Privada D’ Andorra y otros más ya conocidos por todos. Estamos frente al robo de un País! No solo se robaron el dinero que podría haber significado inversión para el progreso sino que se robaron nuestra paz, nuestro dormir, nuestro sosiego, nuestra capacidad de trabajo, hasta el tiempo ha sido confiscado y la libertad de expresión apresada.

Todo esto no es lo que preocupa, es la inerme voluntad y ausente capacidad de asombro que los venezolanos desplegamos en la diaria sumisión del análisis, la retórica, la conversación del “tema obligado”, la queja continua y la angustia perenne, tan perenne como la hierba.

Hemos sido testigos y protagonistas del robo más impactante que ha existido entre tangibles e intangibles y aún así no reaccionamos con congruencia y sensatez. Lo más grave es que aún queda mucho por robar y pareciera que existen pocos guardias que quieran proteger el botín. El tema debe ser UNO solo: nos robaron al País! Hagamos las denuncias, organicemos el mensaje y hablemos de lo importante. Ya basta de análisis sobre la conducta de un psicópata y sus compañeros de cuarto. Hablar de Maduro y sus maleantes es darles poder. Ellos no actúan de forma errática ni están psicóticos (esos locos sin consciencia de sus actos). Son psicópatas! Inteligentes, ordenados, obsesivos, maquiavélicos, definidos en sus roles de delincuentes con el único fin de ser poderosos para alimentar sus egos empobrecidos por las deficiencias que alimentan en su interior. Estos pobres seres no son ningunos tontos ni se conducen de forma equivocada, tampoco actúan pensando que los demás gobiernos son iguales o por desconocimiento del orden universal de las cosas. Estos balurdos capitalistas de estado quieren quedarse con todo, con tu alma y la mía! Con tu sueño y el mío! Ahora me pregunto y claro, te pregunto también, ¿qué estamos esperando? ¿qué hace falta para ordenarnos y entender que somos hormigas frente a los saltamontes? Te recomiendo esa película, BICHOS, una aventura en miniatura. Hagamos foros familiares con su contenido, de forma simple nos da luces de lo que nos toca hacer.


¿Será que un día leeremos noticias sobre cómo un grupo de menos de 100 hombres, de forma sistemática y continua, se robaron a un País?

Cultura Underground


¿Serías parte de un movimiento cultural donde podamos conversar sin tabú sobre lo que sea? ¿Estarías dispuesto/a a ser parte de una corriente que electrifique a nuestra sociedad aunque fueras criticado/a por “moderno/a”? Imagina poder divertirte mientras develamos los misterios del sexo masculino y femenino o escuchar una lectura de poesía con un vino en la mano o aprender sobre las patologías del amor al ritmo de un bolero o pintar un cuadro en grupo mientras exploras tu propio ser a través del arte…


Llega un momento en la historia de las sociedades donde los ciclos se han repetido tanto que se agotan las sensaciones experimentadas de lo que en otrora fuera algo nuevo o vanguardista. Ante la inercia o la rutina se activa siempre el hambre de incidencia en el ser humano. La “incidencia” es la necesidad de que “algo pase”, algo nuevo, diferente, un evento, momento, situación o persona que nos haga sentir de nuevo “cosas”. Algunas personas lo definen como la necesidad de sentirse vivos otra vez, siendo la alternativa que están muertos en vida. Nuestra historia contemporánea nos ha llevado a vivir esa sensación “zombie”, de automatización de la persona, los nuevos “humanoides”. Nada más peligroso para la evolución que estancarse o entrar en letargo intelectual.

     
Underground es un término inglés (subterráneo) y es usado para referirse a movimientos contraculturales considerados como alternativos, paralelos, contrarios o ajenos a la cultura representada como oficial o mainstream. Nuestra cultura principal se ha convertido en algo difuso, con fallas en su operatividad pragmática, valores escasos, desinformación, pérdida del límite entre lo que está bien y lo que está mal. Crear una cultura “Underground”, una alternativa que represente el saciar esa hambre de incidencia en las personas que andan en la búsqueda de sentirse vivos sería una forma de inyectarle adrenalina a un corazón bradicárdico, con muy lentos latidos. Nuestra realidad actual requiere de luz, de información útil para la vida, de risas, excitación, emociones nuevas y enérgicas que despierten a la gente de su letargo y así, tal vez y solo así, dejemos de ser zombies para de nuevo latir a un ritmo compartido y accionarnos frente a la inerme y rancia idea de una sociedad que ha quedado en el siglo XVIII y le ha costado evolucionar con visión de futuro. El que aún nos asombre una pareja gay, el que aún nos cueste hablar de sexo, de drogas, el que no sepamos como ser asertivos y confrontar las situaciones en vez de descalificarlas y tragarnos las emociones, el que no nos demos el permiso de bailar bajo la lluvia, llevar el cabello verde, no temerle a los hijos, decir lo que se siente y piensa sin agresión ni ansiedad, cantar, reír sin temor a ser burlado y dejar de lado el miedo de existir a plenitud…. Mientras esto no ocurra necesitamos y siempre requeriremos de un movimiento underground! No podemos temerle a la exploración de nuestro lado oscuro. Hay que hacer con las cosas lo que la luz hace con ellas, como dijo Gullevic. Se puede ser feliz aunque los demás no estén de acuerdo con uno, dijo una vez Goethe. Podría continuar parafraseando a muchos autores que durante siglos han dicho lo mismo, palabras más, palabras menos: -merecemos VIVIR en vez de seguir sobreviviendo!
          Todo es posible cuando entramos en un estado “Underground”, todo se vale, no existe el juicio, todos somos aceptados bajo la luz del respeto mutuo y el hambre de que algo pase….. siempre y cuando todo lo que pase nos nutra, alimente y lleve a un nuevo nivel evolutivo!

    

 Yo quiero un movimiento cultural underground, yo quiero una nueva sociedad que sea crecida, con autoestima, con visión clara de futuro, yo quiero ser parte de una alternativa intelectual que disfrute escuchando a Tchaikovsky, bailando a Rubén Blades, cantando con el Pollo Brito o conquistando un romance con un vals venezolano mientras la poesía y Picasso bailan tambores en una playa de Barlovento….y tu?

HEMOS MUTADO!

Luego de 16 años la psique del venezolano ha mutado, se ha transformado desdibujando la línea de lo que es correcto y lo incorrecto. La ética ha sido pisoteada en una cola por pañales. La miseria es el rasgo que nos diferencia de otras nacionalidades. Estamos vestidos de indignación y tristeza mientras caminamos con zapatos teñidos de desesperanza. La comodidad se ha convertido en miedo y la impotencia es la nueva harina para hacer arepas. Protestar, quejarse, gritar, expresarse todas estas son acciones prohibidas o criticables. Si protestas por las redes eres cómodo. Si protestas en la calle terminas preso, muerto, perseguido o lesionado y una lesión profunda puede ser la desesperación de verte luchando solo. Ser gerente de un supermercado no es distinto a ser ministro, deben elegir a quién benefician y defender el puesto. El defensor del puesto apuesta a sus jefes y el pueblo apuesta al tambor de un revólver. Un cajero de banco hace más dinero de bachaquero y la nueva profesión es la sumisión que aunque no paga al menos protege. Somos una sociedad que espera que la sociedad haga algo para barrer la suciedad y así nos perdemos en el tiempo, en un juego de palabras inútiles y vacías que solo sirven como pasatiempo para tener de qué hablar. Solo se habla del dólar, la inflación, la corrupción y la política mientras hacemos negocios con el dólar, revendemos productos de primera necesidad, le pagamos al policía para evitar la multa y al momento de la queja somos políticos para "llevar la fiesta en paz". La paz se ha convertido en el producto más costoso y buscado del mercado. Ya no lo venden, no hacen promociones, no lo dan gratis. La paz ahora hay que construirla solo que la escasez de la materia prima tiene parada su producción.
Los supermercados son como los medios de comunicación, no veo lo que quiero si no lo que otros deciden que vea. No compro lo que quiero porque ya no hay de donde elegir. La elección ha desaparecido y si la vieran por ahí la acusarían de herejía y la quemaran viva.
En un País donde no hay comida y el hambre se mitiga con migajas, donde hay tanto jucicio como miedo, donde la supervivencia existe sin sentirse por estar adormecidos; en un País donde esperamos que el otro haga lo que quiero hacer pero que da miedo, donde mientras pueda tengo y mientras tengo puedo, donde la comodidad del sofá ya no es por descanso sino por seguridad... en ese País ya no se vive.... se sobrevive... se intenta respirar pero sin hacer mucho ruido. ....
Hoy descargan en Maiquetía más armas y balas que alimentos y consciencia. Hoy criticamos más al otro sin asumir nuestra cuota. Hoy las palabras de Bernard Shaw están más vigentes que nunca: "Libertad conlleva responsabilidad, por eso no todo el mundo la persigue".
Nuestros presos son héroes, los héroes de la patria son muertos, el Presidente es obrero y los profesionales deben irse del País sin aspirar ser presidentes. Ya no vivimos en un País del continente americano. Vivimos en una dimensión desconocida, en una realidad alterada, invertida, basada en el absurdo y lo más absurdo es que ya nos hemos acostumbrado. Pareciera que un portal, un agujero negro y oscuro hubiera sido abierto con las palabras mágicas "Por ahora" y desde allí nos haya succionado, consumido y mutado hasta el ADN mismo convirtiéndonos en un tejido que se rechaza a si mismo. Ya no nos reconocemos el uno en el otro, somos células extrañas en el mismo organismo, somos un tumor de sociedad, un cáncer con metástasis en lugares inimaginables, somos una mutación de País.
La paz esta tan devaluada como el bolívar al igual que el sentido común, la autoestima y la moral. Perdimos la brújula y ya no podemos distinguir entre lo que es correcto y lo que no. Este escrito será criticado, tal vez me dirán pesimista o juzgarán que un experto en conducta escriba de forma tan depresiva. Sé que el diagnóstico es lo que no queremos leer porque el pronóstico es reservado. Pero también sé que existen tratamientos, no uno milagroso si no varios, los cuales aplicados todos a la vez podría cambiar la historia de las cosas. Lo que será más complicado será tratar al Alzheimer que vivimos colectivamente porque recordar puede ser doloroso por eso crecer duele pero ante tan sombrío escenario tengo Fe, porque sé que en crisis se crece.....
En toda mutación quedan dos opciones: ser una aberración marcada para la extinción o convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos para asegurar la continuidad de la especie....
La historia nos ha demostrado que la especie humana siempre sobrevive... nosotros hemos mutado.

La salud mental del venezolano por Freddy Javier Guevara publicado en PRODAVINCI

La salud mental del venezolano; por Freddy Javier Guevara

Por Freddy Javier Guevara | 21 de enero, 2015 PRODAVINCI
La Salud Mental del Venezolano; por Freddy Javier Guevara 640
Si hay algo difícil de evaluar y diagnosticar es el equilibrio psíquico de un individuo o de un grupo de personas, a menos que la disfunción que produzca sea gruesa a los ojos del observador. La locura, como se sabe, suele enmascararse muy bien. No obstante, existe un criterio amplio y no tan simple de entender: el concepto de Salud Mental para la Organización Mundial de la Salud, según la cual “no es sólo la ausencia de trastornos mentales. Se define como un estado de bienestar en el que el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.”
Aunque la salud mental a menudo no es tomada muy en cuenta, qué delicado es cuando una persona pierde su estabilidad emocional, bien sea por un trastorno mental con criterios clínicos, bien por la presencia de síntomas que, sin tener la intensidad de una enfermedad psiquiátrica como tal, traen como consecuencia la pérdida del equilibrio psíquico, y se traduce en una dificultad para la adaptación momentánea o permanente a la realidad y al entorno.
Hay un fugaz retrato de la salud mental en Venezuela en un artículo publicado el 05 de octubre del 2014, por Lissette Cardona en El Nacional, con el siguiente encabezado “La Salud mental padece la amnesia gubernamental”. La periodista relata el estado miserable de deterioro asistencial y estructural en que se encuentra el Centro de Salud Mental del Este “El Peñón”.
En un pasado, éste lugar fue residencia de veraneo del general Marcos Pérez Jiménez; sin embargo, quizás de forma un tanto intuida y otro tanto improvisada, el espacio fue convertido en hospital psiquiátrico. Los jardines donde seguramente el dictador y su familia disfrutaban de la apacible naturaleza lejos de las amenazas del poder, los cuales deberían servir hoy para que los pacientes con trastornos mentales entren en contacto con la naturaleza para su recuperación, a semejanza de los hospitales psiquiátricos europeos o norteamericanos, hasta donde recuerdo eran matorrales abandonados.
Según la descripción de la periodista, el hospital se parece más a una mazmorra deteriorada con botes de tuberías de aguas blancas, que a una institución clínica. En sus dependencias se lavan carros y sus espacios son usados como estacionamiento nocturno de automóviles. Es posible que luego de estas denuncias en octubre del año pasado, ya hoy no sea así, pero como son las cosas aquí, las denuncias poco importan.
Algunos datos alarmantes de ese reportaje:
1. El término salud mental está ausente de la Memoria y Cuenta del año 2013, del Plan Nacional de Salud 2013-2019 y de la Ley de Presupuesto Nacional del año en curso (se supone 2014)
2. Según la Red de Sociedades Científicas Médicas de Venezuela de febrero de 2010, la vigilancia epidemiológica en enfermedades mentales en Venezuela se realizó y publicó hasta 1993.
3. La Ley de Protección y Atención Integral a las personas con Trastornos Mentales reposa en la AN desde el 2007.
4. El gasto del gobierno en el área equivale al 5 % del total del presupuesto de salud del país. A la salud mental debían corresponderle 2,07 millardos de bolívares del presupuesto del 2014. Existen 11 hospitales psiquiátricos y 78 centros de atención ambulatoria en psiquiatría: cada institución debe contar con 23,2 millones de bolívares para todo el año.
Son cifras desoladoras, pues no existe nadie más desvalido que un paciente con trastorno mental. Y este recuento de porcentajes convalida que para el Estado el paciente psiquiátrico no es importante. Entre el balbuceo de los sedantes y su silencio, el enfermo mental se ha convertido en el depósito de la conciencia de esta sociedad y de cualquier sociedad en el mundo que desprecie esta condición.
El trabajo periodístico cita el Informe sobre el sistema de Salud Mental OMS-IESM, 2013. El encabezado señala que los usuarios atendidos en establecimientos ambulatorios son diagnosticados con trastornos mentales y de conducta por: Uso de sustancias psicoactivas 7%, Esquizofrenia 7%, Trastornos del ánimo y neuróticos 2%, Trastornos de personalidad y conducta de adultos 9%, Otros Trastornos 75 %, (tienen que ver con daño orgánico cerebral), en este tópico se incluye el trastorno de la evolución psicológica.
El porcentaje de diagnóstico de Esquizofrenia en la población mundial es de 1%, y no varía, incluso en las poblaciones indígenas que viven en el paleolítico superior. Puede ser que haya un diagnóstico errado de la enfermedad, o que muchos esquizofrénicos visiten los ambulatorios con respecto al número total de personas que lo hacen, sin embargo se sabe que en sociedades en crisis los trastornos mentales eclosionan. Me inclino a pensar que quizás son ambas variables y que es posible que estemos más locos (sin ser este término peyorativo) de lo que parecemos.
De ese 75% que corresponde a otros trastornos, sería importante para la sociedad venezolana saber cuánto de ese porcentaje corresponde al trastorno de la evolución psicológica. Suponemos que en este ítem se incluye el desarrollo neurocognitivo. Según Ultimas Noticias economía 25/05/2014: entre el 2012  y el 2013 la pobreza pasó de 21,2% a 27,3 %, y para el economista José Guerra, la pobreza a finales del 2014 debió estar alrededor del 40%. Una cifra nada despreciable pues, como es bien sabido, la malnutrición en épocas tempranas de la vida se traduce en pobre desarrollo neurocognitivo y bajo rendimiento escolar. Al no haber oferta laboral, los muchachos que abandonan las escuelas se entregan a la delincuencia, y las niñas a embarazos precoces y prostitución, y son caldo de cultivo para el resentimiento (hoy en día institucionalizado y legitimado) del que no tiene oportunidad en la vida.
No tener compasión con la enfermedad mental ni conciencia de los síntomas que a lo largo pueden conducir a ella, habla muy mal de una sociedad, de un país y de su gobierno, pues eso se traduce en no tener en cuenta las propias emociones. Tales observaciones no son nuevas. Quizás sea una apreciación “loca” de mi parte, pero un país que no toma en cuenta la insania mental, y además la desprecia, termina siendo gobernado por ella.
Crisis y Estrés
Tras el telón del diagnóstico de los trastornos mentales y las estadísticas, en los consultorios de atención a la salud mental, públicos o privados, ha surgido otro drama que algunas veces tiene rostro de tragedia, con síntomas suficientes para colapsar la vida psíquica de cada individuo que vive en el país: la realidad de Venezuela. Dependiendo del nivel de consciencia o de fanatismo, esa realidad tiene diferentes máscaras, pero todas son amenazantes ya que su aspecto más visible es una economía destruida.
Como se sabe, toda amenaza induce miedo, que es una emoción normal en tanto se pueda contener y soportar; sin embargo, ante el miedo hay solo dos respuestas según estudios científicos y el saber popular: o huyes o enfrentas el reto con las consecuencias que ello pueda acarrear.
El miedo en las sociedades contemporáneas es parecido al miedo de nuestros ancestros: un presente amenazante, un futuro incierto y a veces un pasado que se quiere olvidar. Sin embargo, ya no se le teme a la cacería ni a los animales salvajes, sino a cosas menos “tangibles” como los porcentajes de una economía empobrecida, o una sociedad de espaldas a innovaciones tecnológicas de todo tipo que auguren un vivir mejor.
En sociedades en crisis, ni los espejismos tecnológicos ni las cifras económicas logran desplazar en alguna medida la fe en lo oracular que puede haber en la religión. Y qué decir de la astrología y de las artes adivinatorias. Por encima de las certezas científicas, el hombre y la vida seguirán siendo un misterio: ¿Y qué mejor para develarlo que la habilidad de presagiar? Venezuela es un ejemplo de esto; aquí han proliferados cultos ajenos a nuestra idiosincrasia. No es raro ver en las carreteras del país animales descabezados utilizados en sacrificios, con el objetivo mágico-religioso de hacer el bien o el mal. Todos los días aparecen tarotistas y profetas de todo tipo que se publican en las redes sociales con predicciones ominosas para uno u otro lado de esta sociedad dividida.
Ante nuestra incertidumbre sobre el porvenir, siempre surge entre nuestros amigos quien dice conocer a alguien con poderes espirituales particulares y que uno debería consultar: lee el tabaco, adivina sobre los restos de la borra del café recién bebido, pasa el péndulo o echa las cartas con el fin de saber qué nos depara el futuro individual o social del país. Algunas personas también se reúnen en grupos a meditar para iluminar los senderos de quienes nos guían. A veces tengo la impresión de que es como si una guerra bíblica entre el bien y el mal, como si un Armagedón invisible se gestara en estas tierras arrasadas por la barbarie.
Respeto todas estas manifestaciones pues representan la función religiosa del hombre, operando en una sociedad que ha quebrantado casi todas las estructuras coherentes de coexistencia social. Y ese es el papel de la función religiosa: sostener los hilos secretos de la psique y cohesionar la existencia humana cuando se presiente que todo lo que nos daba cierta seguridad se ha venido abajo. Aunque puede tomarse por regresión, esta función activa emociones ancestrales necesarias para la psique. Uno puede ser escéptico, pero hay vaticinios que terminan siendo ciertos. Ahí radica su misterio.
Fue el médico austro-canadiense Hans Selye quien por primera vez describió lo que él llamó estrés, que son las expresiones emocionales (miedo y ansiedad) y físicas, inducidas por la adaptación a las condiciones adversas. Cuando es insostenible la relación con el entorno que rodea a un individuo o a una comunidad y fracasa la capacidad de adaptación, entonces el individuo huye, pero si éste decide el enfrentamiento con las circunstancias y no adquiere los instrumentos psíquicos (resiliencia) para tolerar la tensión, puede que merme su capacidad de respuesta. Y al hacerse crónica la tensión, el individuo enferma. En el caso de una sociedad se produce un caos.
Venezuela no es un país en guerra, pero los índices de emigración son muy altos. Las causas de esta emigración son conocidas por cualquier venezolano: inseguridad personal, miedo a morir en cualquier atraco o secuestro exprés, asesinatos monstruosos, temor a no encontrar medicinas. Hospitales públicos en pésimo estado, emergencias de clínicas cerradas por falta de insumos. Escasez de alimentos, medicinas y repuestos de automóviles. Seguros de salud sin credibilidad, expropiación de empresas privadas. Negación al ascenso social a través del mérito y los estudios, privilegio de la pobreza como virtud enaltecida. Fanatismo y apartheid político con aquellos que no comulgan con la ideología del poder. Corrupción y falta de formas en la vida política y social del país. Desplome de los precios del petróleo, escasez de dólares, bloqueo aéreo, invasión permitida de otros países, religiones extrañas, y muchas cosas más que ya ni se pueden nombrar. Pero por encima de todo, una visión disociada y psicótica de la realidad en el colectivo venezolano: para quienes viven de las mieles del poder todo está bien. Para el ciudadano de a pie que tiene que sortear toda la serie de inconvenientes y tragedias, la cosa es diferente.
Es desagradable tener que repetir una y otra vez las causas de la emigración que toda Venezuela debería conocer; pero al no cambiar nada, significa que aún hay una consciencia parcial al respecto en parte de la población, y una disociación psicótica en aquellos que dirigen Venezuela posesos de poder. Este conjunto de causas de la emigración apunta a una sociedad de espaldas a la tolerancia y destructora de su propio gentilicio, fértil en estrés silente y enfermizo, el cual se ha prolongado por más de quince años.
No se puede juzgar a quienes por razones diversas deciden abandonar el país: es una respuesta esperable ante la adversidad. Los venezolanos que emigran tienen prohibida la nostalgia del terruño, los que se quedan tienen prohibida la frustración de haber sido ciudadanos alguna vez y haber perdido esa condición. Sin embargo no es una fórmula de adaptación que nos resulte cómoda a los que nos quedamos en el país, y es a partir de esa incomodidad desde donde debemos aprender a sobrevivir.
En un trabajo publicado en El País de España que se titula “El Talento se fuga de Venezuela” firmado por la Periodista Catalina Lobo-Guerrero el 03 de octubre del año pasado, se dice que hay más de un millón de venezolanos en el exterior y que la emigración se acentuó luego del referendo del 2005 que ganó el presidente Chávez. Y apunta: “Más del 90% de los emigrantes tienen grado universitario, el 40% maestrías y el 14% doctorados. Un estudio del Pew Research Center asegura que son los más educados entre los hispanos y también superan en promedio a los estadounidenses”.
La cifra de venezolanos que emigran y siguen emigrando, probablemente sea mucho más alta de la que en este trabajo se cita, sobre todo porque en los últimos meses ésta se ha multiplicado exponencialmente. Puede ser que actualmente sea selectiva la emigración, pero si el país se sigue conduciendo como hasta ahora, en un futuro muy próximo ya no lo será.
La sociedad pavloviana
Las reacciones a la asfixia de no encontrar una salida creíble y confiable para la vida, el sentirse atrapado, la idea paranoide pero real sobre la seguridad, el pensamiento anticipatorio de no encontrar medicaciones para la salud o los implementos básicos para el cuido personal, son las preocupaciones más frecuentes en todo el espectro social venezolano.
Hay algo que queda velado en estas circunstancias: estas cleptocracias autoritarias, inclinadas al totalitarismo a través de ideologías pasadas de moda, donde solo viven bien los que gobiernan o sus socios, actúan a través de la recompensa para ganar lealtades o el castigo para paralizar y ensordecer la psique del ciudadano. Basta un detalle para ponerte a vivir la peor pesadilla: no se consigue el medicamento necesario para curarte, o no tienes batería en el automóvil, o cierran una empresa por una multa caprichosa y te quedas sin trabajo. Este es el verdadero logro del sistema político que se ha establecido en Venezuela: poner la psique del venezolano en vilo, mermándola metódica y lentamente hasta un nivel instintivo y animal, entretenida solo en la búsqueda de las necesidades básicas.
El célebre fisiólogo ruso Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) realizó trabajos de investigación sobre condicionamiento clásico en animales que le valieron el premio Nobel de medicina en 1904. Sus experimentos en perros sobre el reflejo condicionado, estimularon la imaginación de pensadores y especialistas de la conducta. Una de las muchas conclusiones que inspiraron sus hallazgos, es que el condicionamiento automático en animales y, más importante aún, en el ser humano, pasaba a ser una forma de aprendizaje mecánico porque actúa a nivel instintivo.
Este tipo de técnicas conductistas las supo poner en práctica la Rusia bolchevique para conseguir el manejo creciente de masas de gente pobre, no sé si con el conocimiento de los trabajos científicos de Pavlov. Sin embargo, si se especula un poco con la historia, se tiende a creer que sí, pues el científico y su reconocimiento internacional son anteriores a la revolución de octubre de 1917.
Amplifico los experimentos de Pavlov a nuestro caso de forma sencilla: se mantiene a las personas escudriñando alimentos, repuestos para automóviles, medicinas, dólares, papeles que rellenar para obtener algún favor de las entidades estatales, y cuando el afectado consigue aquello a lo que debería tener un acceso normal, le parece un triunfo, un premio al trabajo desempeñado, sobre todo si se trata de alimentos, tratamiento médico o dinero. Se crea un vínculo con la realidad del tipo arco reflejo: los instintos básicos saciados por el placer de obtenerlos, luego de mucha dificultad. Una realidad que se asimila a la de nuestros antepasados más lejanos.
El Estado o el gobierno personalista se manifiesta sistemático cuando las personas están próximas a la desesperación. Al final, provee lo necesario a la gente, apaciguando el instinto. Aparece el jefe de turno por algún medio de comunicación y dice que “ya está resuelto” el entuerto: “ya hay pollo a precios justos en todos los supermercados”. Ese es el estímulo no condicionado: el venezolano deja el pellejo en calles y colas buscando alimentos y medicinas, sin más energía que encontrar lo que se necesita para la sobrevivencia. Anulado emocionalmente, surge el rostro salvador del autócrata proveedor y se aprende en forma mecánica a asociar la solución de la dificultad con aquel. Esto intenta propiciar en el inconsciente del colectivo la participation mystique entre el ego del gobernante y la gente que le sigue, creando la expectativa de que su aparición solucionará la dificultad. Nuestro presidente anterior lo logró. Pero no siempre se tiene éxito.
Algo así sucedió con el llamado Dakazo y las elecciones presidenciales. Funcionó porque el venezolano ya estaba condicionado y entrenado en la escasez. La baja de ingreso por concepto del petróleo ha puesto esta práctica del gobierno en dificultad.
Sea la persona corta de consciencia o fanática (que son símiles), o con un nivel mayor de consciencia, queda extenuada por la búsqueda, y con los brazos vencidos para no reaccionar hasta que de nuevo se enciendan las alarmas de alguna emergencia vinculada a la supervivencia. Igual están presos de indignación, o de miedo, ante la circunstancia de que una ley autoritaria y caprichosa los amenace por protestar, o aun peor, que un personaje siniestro los tilde de fascistas o traidores a la patria con presidio por castigo. Así funcionan las técnicas conductuales en este preciso caso: premio si hay sumisión; sanción si apelas a tus derechos como ciudadano.
La historia ha demostrado que este guión no es de los mejores, porque sus efectos operan nivel instintivo. A aquellos gobiernos autoritarios empeñados en asimilar fanáticos carentes de juicio crítico, entregados a la sumisión de una “deidad terrenal”, se les olvida que el homo sapiens sapiens robó el fuego de la consciencia para bien o para mal, y que esas fuerzas instintivas, que una vez estuvieron apaciguadas y sordas, se transforman en un momento inesperado en mecanismo propulsor indetenible. Se demostró en la caída del muro de Berlín. También en Varsovia con Solidaridad, o en la caída del dictador Ceausescu en Rumania.
Ya lo dijo la OMS: “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.” Sabemos que la salud mental propuesta por la O.M.S es una utopía, que nadie tiene una salud mental indemne, que en una parte de nosotros hay algo que no es normal, y además, los retos que el ser humano enfrenta en la vida siempre causan incomodidad, desasosiego, y dependiendo como subjetivamente los tomemos, pueden “ser o no ser” tan beneficiosos y fructíferos como los deseamos.
Si lo que sucede en Venezuela, como han querido hacer ver quienes por ahora guían los destinos de este país es “salud mental y felicidad” será únicamente como medicina para curar la estupidez del “cheverismo” que nos ha mantenido ciegos durante tanto tiempo. Aunque esto no es nuevo en el ámbito político del mundo, se sabe que el objetivo de estos gobiernos estriba en empobrecer a los ciudadanos, estupidizar sus consciencias y someterlos a la sobrevivencia. Todos los regímenes comunistas lo han hecho.
Se necesita mucha gente con pocas condiciones materiales. Detrás de esa supuesta lucha por la pobreza lo que hay es una máquina de hacer pobres e incultos. Quizá lo único novedoso ahora es que las ideologías se han desteñido y en su lugar la pobreza asume la careta de ideología sustituyendo los espacios abandonados por la doctrina, haciéndose tan imprescindible como la riqueza. La pobreza no cumple con la condición de ideología, pues la pobreza es real.
Todos quieren luchar por los pobres, todos ven en los pobres los ojos de la humanidad, aparecen en las películas, en las noticias, en los foros, en la propaganda, siempre conmoviéndonos. Se necesita la pobreza para sostener el poder y para poder ser caritativos de vez en cuando, ¡y claro!, alguien debe ser el héroe de los pobres. El guía. Una gran cantidad de impostores quiere ese título.
¿Cuál es el rumbo? 
Es casi un rumor a voces entre la comunidad médica que el venezolano está enfermo, y que una de las características de las enfermedades crónicas que aparecen en la población es la agresividad de su comportamiento.
Una de las teorías recientes más interesantes está en la investigación de los telómeros, “la región del cromosoma que protege el extremo del cromosoma de daños. Personas sometidas a estrés crónico tienen telómeros más cortos, evidencia de avanzada edad celular. Se examinó el largo de los telómeros en personas centenarias y se encontró mayor longitud de estos, al igual que en personas con historias de buena salud. Y fueron predictores de mejor habilidad cognitiva”1. Si esto es cierto, pudiera ser un componente biológico más, de los múltiples que hay en el origen de esta apreciación, que sin tener registro científico forma parte del día a día en la consulta de los médicos venezolanos, y corrobora el estrés crónico que ha asolado durante más de dieciséis años  a nuestra población.
Así mismo han aparecido teorías que sugieren el valor de la resiliencia, que no es otra cosa que la capacidad de adaptación a momentos de enorme adversidad. A mi manera de ver, la verdadera ganancia de esta coyuntura para el venezolano (si esto se pudiera llamar resiliencia) reside en la mayor riqueza de emociones en todo el ámbito de su espectro y la capacidad adquirida por el ciudadano para contenerlas. Y si hay algo en que nos ha favorecido la estrechez del laberinto político y social que vivimos, es que nos ha hecho más creativos y ahí radica nuestra salida.
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1 Depp CA, Martin A S, Jeste DV: Successful Aging: Implications for Psychiatry. FOCUS Winter 2013, Vol. XI, No.1: 3-14