Temprano en la mañana vía al colegio de mi hijo, luego de dejarlo para su jornada escolar, me voy a mi trabajo escuchando, como de costumbre, a César Miguel Rondón en su programa de todos los días. Se encontraba conversando con dos invitados, internacionalistas, quienes hacían algunos análisis del comportamiento de Maduro al referirse a la arremetida reciente contra España, sus reacciones pos Cumbre, la radicalización del proceso, entre otras cosas ya conocidas por todos. Escuchando todo esto me embargaba una inmensa preocupación al percatarme que lo que ahora hacemos es analizar al régimen y sus movimientos. Cuanto poder le hemos otorgado al dictador de Miraflores. No solo hemos permisado que nos quite todo lo que nos daba tranquilidad si no que ahora nos ha quitado el espacio del pensamiento. Solo se habla de política, de Maduro, de sus chistes, de sus alocuciones y hasta expertos son invitados a la radio a hablar de este señor que, debo decir, se alimenta de la atención que le prestan. Lo más grave, en mi opinión muy personal, es que hemos sido testigos del robo más grande de la historia, siendo protagonistas del mismo porque somos las víctimas de dicho robo: El robo de un País.
El año pasado
se robaron US$10,4 millones de un camión de caudales en el aeropuerto de
Santiago de Chile. El hecho es considerado como el robo del siglo en
el país sudamericano, según dicen. Sin embargo, el botín palidece frente a
otros asaltos considerados los 10 que lideran el ranking como lo fueron el robo
del tren de Glasgow donde se llevaron un botín de 2,6 millones de libras
esterlinas (equivalentes a US$40,3 millones de la actualidad); en el 2003 una
banda de italianos robó el Centro de Diamantes de Amberes (Bélgica) y se llevó
joyas por US$140 millones; También en Bélgica, el 19 de febrero del 2013 ocho
hombres disfrazados de policías robaron un cargamento de diamantes que un
camión de la compañía Brink’s iba a embarcar en el aeropuerto de Zaventem, en
Bruselas. El robo duró 5 minutos y fue por la cantidad de US$ 51,9 millones;
2005 en el terminal Schiphol, en Ámsterdam US$ 100 millones; Banco Central en
Brasil (US$86,4 millones); Golpe en Boston (US$300 millones); Securitas (US$117
millones); Joyería Harry Winston (US$106 millones); Aeropuerto JFK (US$20
millones); En helicóptero de manera increíble se robaron en USA $ 5,5 millones.
Lo increíble de esta lista es que suma un aproximado de mil millones de dólares
robados en el mundo. Ya ve por donde va este artículo.
Los robos
considerados como los más impresionantes o importantes del mundo se quedan
cortos frente a la insólita suma de 25 mil millones de dólares que solo vía
CADIVI desaparecieron del futuro de los venezolanos, sin mencionar el caso de
la Banca Privada D’ Andorra y otros más ya conocidos por todos. Estamos frente
al robo de un País! No solo se robaron el dinero que podría haber significado
inversión para el progreso sino que se robaron nuestra paz, nuestro dormir,
nuestro sosiego, nuestra capacidad de trabajo, hasta el tiempo ha sido
confiscado y la libertad de expresión apresada.
Todo esto no
es lo que preocupa, es la inerme voluntad y ausente capacidad de asombro que
los venezolanos desplegamos en la diaria sumisión del análisis, la retórica, la
conversación del “tema obligado”, la queja continua y la angustia perenne, tan
perenne como la hierba.
Hemos sido
testigos y protagonistas del robo más impactante que ha existido entre
tangibles e intangibles y aún así no reaccionamos con congruencia y sensatez.
Lo más grave es que aún queda mucho por robar y pareciera que existen pocos
guardias que quieran proteger el botín. El tema debe ser UNO solo: nos robaron
al País! Hagamos las denuncias, organicemos el mensaje y hablemos de lo
importante. Ya basta de análisis sobre la conducta de un psicópata y sus
compañeros de cuarto. Hablar de Maduro y sus maleantes es darles poder. Ellos
no actúan de forma errática ni están psicóticos (esos locos sin consciencia de
sus actos). Son psicópatas! Inteligentes, ordenados, obsesivos, maquiavélicos,
definidos en sus roles de delincuentes con el único fin de ser poderosos para
alimentar sus egos empobrecidos por las deficiencias que alimentan en su
interior. Estos pobres seres no son ningunos tontos ni se conducen de forma
equivocada, tampoco actúan pensando que los demás gobiernos son iguales o por
desconocimiento del orden universal de las cosas. Estos balurdos capitalistas
de estado quieren quedarse con todo, con tu alma y la mía! Con tu sueño y el
mío! Ahora me pregunto y claro, te pregunto también, ¿qué estamos esperando?
¿qué hace falta para ordenarnos y entender que somos hormigas frente a los
saltamontes? Te recomiendo esa película, BICHOS, una aventura en miniatura.
Hagamos foros familiares con su contenido, de forma simple nos da luces de lo
que nos toca hacer.
¿Será que un día
leeremos noticias sobre cómo un grupo de menos de 100 hombres, de forma sistemática
y continua, se robaron a un País?