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El Fenómeno del Chavismo: un breve resumen de una larga odisea.

     El fenómeno venezolano del liderazgo del Presidente Hugo Chávez (+) ha sido, y con toda responsabilidad lo digo, un fenómeno mágico – religioso. Mucho se ha analizado sobre sus corrientes de pensamiento o filosóficas, con las cuales hacía alarde de identificarse e incluso, de conocer muy bien o ser estudioso de las mismas. La verdad sobre estas inclinaciones teóricas o creencias es mucho más simple pero macabra. Ni el Marxismo o leninismo, el taoismo o cristianismo, ni siquiera el socialismo o comunismo fueron prédicas aplicables a la práctica que por 14 años identificó el accionar del Teniente Coronel de Sabaneta. Por más de 14 años el líder del llamado “socialismo del siglo XXI” nos entretuvo con su pensamiento esquizoide y conducta maníaca paseandonos por diversas corrientes de pensamiento que al fin y al cabo solo fueron parte de una estratégica orientada al verdadero culto del interés más profundo y motivador del personaje: el poder.

      En el año de 1999 se elije a un líder que se mostró como una opción de cambio frente al abandono de opciones políticas que generó la crisis que dio paso al nacimiento de una oportunidad única: la estafa del amor.

     Los estafadores del amor son personalidades psicopáticas quienes, conscientes de su incapacidad de comprometerse de forma sincera con la idea de que lo primero es no hacer daño (primun non nocere), igualmente se dedican a enamorar y generar dependencia de una forma de pensamiento que utiliza la manipulación, la esperanza y la culpa, como la tríada perfecta para mantenerse en una posición de poder. En la medida que se obtiene más poder se generan los medios para establecer un liderazgo mágico – religioso el cual está orientado a producir discipulos obedientes quienes predicarán sin practicar la palabra del supremo. Este liderazgo va generando un accionar ordenado de eventos que están diseñados para validar al líder y su palabra. El Presidente, ya fallecido, Chávez, comenzó a presentarse como el salvador de los pobres y excluidos, construye luego un sistema mediático para ejercer un gobierno de propaganda a través del cual se establece el mercadeo necesario para vender la idea de un mejor País aunque el mismo se encontrase en franco retroceso y deterioro continuo.

     Durante los 14 años de gobierno de Hugo Chávez se estableció un movimiento similar al de algunos movimientos religiosos extremistas pero sin el extremo, lo cual es autolimitado por la propia cultura latinoamericana del oportunismo y el egoismo endógeno. La perfecta orquestación de las acciones tuvo momentos cruciales los cuales, planificados o no, dieron sello al liderazgo de un hombre que se convertiría en el “Jesús de los pobres”, tal y como fue “bendecido” por sus apostoles y endosado por sus seguidores. La enfermedad sufrida que luego lo llevaría a la muerte dejó la mesa servida para el uso de la compasión como medio de persuasión electoral así como su muerte le dio la oportunidad a sus discípulos de consumar el sentido religioso, donde la palabra del supremo estaría por encima de la ley y a la vez generar así un nivel místico donde la ley divina es la ley de Chávez.

     Durante todo el tiempo transcurrido, la mal llamada oposición, fue madurando su participación en el proceso, desde ser ingredientes para la creación de la imagen todo-poderosa del líder hasta ser la justifiación perfecta de la fachada democrática del gobierno: mientras exista quien hable mal del presidente y lo ataque públicamente, estaremos en democracia. La oposición durante mucho tiempo participó en el juego con muchos autogoles sin dejar de dar crédito a momentos donde logró desafiar el status quo de las cosas. Sin embargo, el grupo de líderes que se oponían y aún lo hacen, al gobierno del otrora presidente venezolano, siempre jugó con las reglas mortales de las leyes donde la constitución constituía el plano racional de acción, plano que no era usado por el gobierno. Una vez creada la dimensión religiosa del líder se eleva el movimiento a un plano irracional, donde la ley era el líder y el líder estaba por encima de lo terreno (las leyes). Con los años la oposición logró entender que no podía seguir jugando con las mismas estrategias y comenzó a ofrecer alternativas democráticas (tal como se hicieron llamar a sí mismos) para tratar de romper el hechizo que en psicología se llama: desesperanza aprendida. La desesperanza aprendida es un fenómeno social donde la población aprende que, haga lo que haga, nada va a cambiar. Aún persiste parte de este hechizo en muchos ciudadanos del País en cuestión.

     El Presidente Chávez tuvo en vida cuatro historias clínicas psiquiátricas que jamás se permitió que salieran a la luz pública. Una de esas historias fue realizada por un gran amigo y padrino de mi carrera en salud mental el cual vive en el exilio en la actualidad. En una oportunidad, basándome en el estudio y observación del discurso de Hugo Chávez, que realicé durante algunos años, escribí un artículo que publiqué en mis redes sociales, redactado de manera inofensiva pero claramente orientado a mostrar la personalidad psicopática de quien llevaba las riendas de un País que, hoy por hoy, se ha convertido en el chiste habitual de reuniones familiares. El artículo, relacionado con una declaración donde el mandatario se equivoca al mencionar una conversación que tuvo con Fidel Castro, llamándolo, a este, por el nombre de “Bolívar”, describe de forma simple los elementos que son fácilmente identificables en su discurso que revelan los signos y síntomas de una personalidad que nada tuvo que ver con la “normalidad” durante sus períodos de gobierno. A continuación el artículo que data del 16 de julio del 2009:

        Chávez dijo que habló con Bolívar, refiriéndose al Fidel.
   Para hablar de Chávez, y muy probablemente del fenómeno llamado “chavismo”, debo obligatoriamente y de forma muy responsable hablar de la psicopatología del pensamiento. Específicamente del delirio. La locura por lo general se refiere al delirio, concepto que aún se encuentra en diversos matices y dimensiones de discusión, pero todos estamos de acuerdo que el mejor camino para describir lo que llamamos insanidad o locura es a través del delirio. Esto es así tanto para los psicopatólogos como para la gente en general. Cuando le pides a alguien que te describa un individuo al que catalogarían como loco siempre sale a relucir la descripción de alguien que se cree Napoleón o que habla sobre la conspiración de los marcianos. Esta confusión delirio – locura no solo lo mantiene la gente sino la historia y la evolución del concepto de enfermedad mental que ha sufrido a lo largo de algunos siglos, contribuyendo a la confusión del término las diferencias lingüísticas y, la traducción de los textos de psicopatología, entre el inglés, el francés y el alemán, por mencionar algunos. Pero había dicho que hablaría de Chávez. Pues, lo estoy haciendo. Si nos vamos a los conceptos de delirio más utilizados en la actualidad, en especial el basado en Jaspers, podremos leer que delirio es,

-        De acuerdo al Diccionario español de J. Casares: desvariar, tener perturbada la razón.

-        De acuerdo a Jaspers (1975), los delirios son juicios falsos, que se caracterizan porque el individuo los mantiene con gran convicción, que no son influenciables ni por la experiencia propia ni por conclusiones irrefutables que otros le otorgen y que además su contenido es imposible.

-        De acuerdo a Mullen (1979), estas creencias anormales se caracterizan por:
o   Son mantenidas con convicción.
o   Se experimentan como una verdad eminente.
o   No se dejan modificar por la razón ni por la experiencia.
o   Su contenido es a menudo fantástico o cuando menos intrínsecamente improbable.
o   Las creencias no son compartidas por los otros miembros del grupo social o cultural.

-        De acuerdo al DSM III-R* (el DSM V no presenta muchas diferencias), el delirio es una creencia personal errónea que se basa en inferencias incorrectas a partir de la realidad externa, sostenida con firmeza a pesar de lo que los demás crean y en abierta oposición a pruebas obvias o evidencias incontrovertibles. La creencia no es ordinariamente aceptada por otras personas del mismo grupo cultural o subcultural (por ejemplo, no es un artículo de fe religiosa). (APA, 1988, p.471 – en Manual de Psicopatología Vol. 1. 1995).

Si parafraseamos el último concepto refiriéndonos a la personalidad que Chávez nos ha mostrado a través de los últimos años por las pantallas de televisión, podemos inferir que (sustituyendo la palabra delirio por el apellido del personaje), Chávez tiene creencias personales erróneas basadas en inferencias incorrectas a partir de la realidad externa, sostenidas con firmeza a pesar de la realidad observada día a día en el País y aún y cuando exista abierta oposición a sus ideas y con pruebas incontrovertibles sobre la desastrosa realidad del País. A diferencia del concepto original, las creencias de Chávez sí son compartidas por otras personas lo que nos lleva a relfexionar que:

-        Estas personas sufren el mismo delirio, por lo que podemos hablar de un fenómeno delirante colectivo sobre las bases de la histeria colectiva de Freud.
-        Las personas que le “creen” a Chávez lo hacen por la necesidad de creer, más no están involucrados en el delirio ni lo comparten.
-        Las personas que le creen, le “hacen” creer que le creen, para beneficiarse del poder del delirante.
-        Las personas que comparten las creencias de Chávez en el fondo saben que son delirantes, pero le siguen la corriente para llenar su propio sistema de creencias, vacío y deficiente.

Ahora bien, cabe preguntar, cuáles son las ideas o creencias erróneas que componen el delirio de Chávez? Pues bien, son varias. Menciono sólo algunas a continuación, para luego compararlas con los tipos de delirio que existen en la psicopatología. Algunas de las firmes creencias que Chávez nos ha mostrado (por lo que no digo que las tiene por convicción, ya que para ello habría que hacerle un estudio psiquiátrico serio e independiente), son:

-        El País, en los últimos años, ha mantenido un progreso importante en todas las áreas de la vida nacional (salud, seguridad, vialidad, vivienda, economía, entre otros).
-        Él (Chávez) es el único que puede liderar al País.
-        Él es el libertador de América y las Antillas… (Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Cuba…)
-        Él es, por alineación derivada descendente de creencias, el mesías del nuevo siglo (recordemos sus palabras: “Cristo fue socialista, Bolívar fue un socialista, yo soy un socialista”). Por lo tanto él es Cristo, él es Bolívar y él es Chávez, la nueva trinidad de la revolución. El misterio del gran hombre.
-        El imperio lo quiere matar, derrocar, perseguir continuamente.
-        Sus enemigos lo quieren ver hecho mártir.
-        Su padre es Bolívar, es Fidel Castro y es Martí. Por lo que no tiene madre y es hijo de una tríada homosexual capaz de concebir, de acuerdo a las relaciones inconscientes delirantes que produce su pensamiento. De pronto es hijo de una orgía de creencias delirantes, lo que explicaría su personalidad.
-        La iglesia lo quiere arruinar, los opositores son de la CIA y las fallas de su gobierno son culpa del Imperio.

Estas son algunas de las ideas que claramente nos deja entrever el presidente que tenemos actualmente. Veamos estas ideas a la luz de la psiquiatría moderna.
Las ideas delirantes se clasifican en función del contenido, por lo que podemos trasladar las creencias de Chávez a las siguientes descripciones delirantes:

-        Delirio de grandeza: Él es el único que puede liderar al País, es el libertador, etc…
-        Idea delirante de referencia (delirio de persecución, por ejemplo): me quieren matar, el imperio me ataca, todos los que se oponen son agentes de la CIA, etc…
-        Idea delirante extravagante: la salud en el País está en su máxima expresión, la vialidad del País es un éxito, la inseguridad ha mejorado, etc… Todas ideas absurdas que contrastan con una realidad diferida de su pensamiento.
-        Idea delirante persecutoria: todo es una conspiración en mi contra.

Si nos metemos en la cabeza de Chávez (menuda experiencia!), podemos entender por qué necesita acabar con las radios, las televisoras y todos aquellos que critiquen y expongan los descomunales errores de su gobierno, como la corrupción descarada, el despilfarro de nuestro dinero, el deterioro del País y la pérdida de los valores y el orden mismo de las cosas. Todo está en su contra y el personaje es incapaz de entender que es así, en muchos casos, por una consecuencia natural derivada de sus acciones ineficientes, absurdas y desviadas de toda intención de hacer las cosas bien y apoyar el progreso del País. En la mente de un loco, perdón, un ser que sufre de ideas delirantes, la empresa privada, la oposición política, las radios y televisoras independientes del gobierno, los gremios independientes, la sanidad en general debe desaparecer, para avalar su propia locura y calmar así la angustia psicopática que le produce la posibilidad de estar equivocado. El presidente no solo sufre de ideas delirantes sino que vive bajo la neurótica angustia continua de no ser quien quiere ser, sabiendo que nunca lo será.

     El hecho de que un País sea gobernado por un paciente psiquiátrico deja mucho que desear del resto de la población, si nos guiamos por el viejo aforismo que reza que cada  pueblo tiene al presidente que merece. Nuestra sanidad mental está claramente comprometida y en franca vía de deterioro. Los gremios dedicados a la salud, en especial, la salud mental, yo les pregunto hoy ¿qué estamos haciendo para cumplir con los mandatos de Hipócrates o de la OMS en materia de salud mental? No mucho. Necesitamos promover más salud mental, prevenir más deterioro y entender que el antivirus a esta locura colectiva no es más que la educación de lo que es ser un individuo sano, con autoestima y la posibilidad de crecer y evolucionar a un estado mejor del que nos encontramos. Da miedo decir lo que pensamos, lo sé. Pero nadie nos salvará del loco si nosotros nos hacemos los locos.

     La promoción de la salud mental, a mi parecer, es fundamental en tiempos de crisis. Esta información otorgada a ustedes es netamente científica con algunos acuses subjetivos que es imposible no expresar. Sin embargo, nos toca entender que estamos solos. Somos cada uno de nosotros, individualmente, a quienes nos toca hacer consciencia de nuestras necesidades, creer que podemos ser mejores de lo que somos y solo cuando creamos en ello, entonces encontraremos a otros que creerán lo mismo y allí, el grupo, la masa, será líder en los procesos de cambio de una sociedad. Así ha sucedido siempre, así ha sido nuestra historia, la historia de la humanidad. Si quieres salvar al mundo, comienza salvando tu mundo interno. Como siempre he dicho y seguiré diciendo mientras que tenga aliento en mi cuerpo: “Si tomas la rienda de tu vida en tus manos, algo maravilloso sucede: no tienes a quien culpar”.

     Al leer el artículo puedo observar que la carga emocional con la cual fue redactado delata mi postura anti chavismo comprometiendo, tal vez, la neutralidad y ética que requiere un artículo de corte científico. Sin embargo, no puedo disociar al profesional del ciudadano que vive dentro del proceso mencionado. Muchos pensaron que con la muerte de Chávez terminaría el chavismo y peligrosamente no ha sido tan cierto o al menos, irrefutable. En el imaginario colectivo el chavismo sigue funcionando como el sistema ideal para el País y mientras los venezolanos mantengan la creencia de que algo o alguien externo a nosotros mismos nos viene a salvar, todo seguirá, no igual, pero en deterioro continuo y es allí, ante el miedo, el cansancio y la desesperanza aprendida que el poder absoluto (despotismo) tendrá cabida como forma de control social. El fenómeno chavismo ha ido mutando y la gran pregunta que nos toca actualmente hacernos es si la población está dispuesta a mutar su pensamiento.

     Es mucho lo que se puede escribir de esta experiencia y siempre será catártica, sin embargo, no puedo dejar de recordar las palabras de B. Shaw cuando dijo: “Libertad conlleva responsabilidad, por eso no todo el mundo la persigue”. Estas palabras, a mi criterio, son la radiografía perfecta de nuestro momento actual en la República Bolivariana de Venezuela.