¿Pueden trabajar de forma productiva y fructífera?
¿Pueden
hacer contribuciones a sus comunidades?
De acuerdo a la Alianza Nacional para
la Salud Mental (National Alliance of Mental Illness -NAMI), “sin salud mental no podemos estar sanos”. Entonces si nos
basamos en el concepto de salud mental anterior y respondieron honestamente las
preguntas planteadas podríamos sospechar que no tenemos salud mental. La gente
de NAMI sigue expresando que “cualquier parte del cuerpo, incluso el cerebro,
puede enfermarse. Todos pasamos por eventos que nos causan altibajos
emocionales de vez en cuando”. Esto de “de vez en cuando” no aplicaría en
nuestro País ya que todos los días y a toda hora (sin exagerar) se presenta un
reto que se debe enfrentar. Sigamos leyendo lo que dice la NAMI: “Las
condiciones de salud mental van más allá de estas reacciones emocionales que
tenemos a situaciones específicas. Se trata de condiciones médicas que causan
cambios en nuestra forma de pensar y en nuestro estado de ánimo. Estos cambios
pueden alterar tu vida, ya que dificultan tus relaciones con los demás y
afectan tu desempeño. Sin el tratamiento adecuado, las condiciones de salud
mental pueden empeorar y hacer difícil tu diario vivir”. La exposición continua
a estresores de forma crónica se sabe que genera alteración de la salud mental
conllevando incluso a cambios químicos, biológicos, fisiológicos que generen
una alteración tal que derive en una enfermedad psiquiátrica. Normalmente
(aunque no tiene nada de normal) nosotros no hablamos sobre problemas de la
salud mental. De hecho, hay poca información al respecto, existe tabú y
negación sobre el tema y no se busca tratamiento porque no se reconocen los
síntomas de las condiciones o porque no existe suficiente información de cómo o
a dónde ir para obtener evaluación y tratamiento. Todo esto aumenta el estigma
asociado con las condiciones de salud mental. Muchas personas se niegan a buscar
ayuda o tratamientos por temor de ser catalogados como “locos” o como alguien
con una condición de salud mental, ya que esto puede provocar vergüenza. El
estigma social sigue siendo una señal de ignorancia social sobre el tema. Si le
sumamos el tema de la falta de medicación o los excesivos costos de la misma
podemos ver lo complicado que es trabajar en salud mental en Venezuela. Quienes
buscan ayuda no pueden pagar una consulta privada o el tratamiento adecuado o
completo. En los sistemas públicos de salud, la salud mental es prácticamente
inexistente, amén del esfuerzo de psiquiatras que trabajan por amor al arte en
servicios no remunerados (digo no remunerados porque 2 dólares al mes no es un
suelo, es un insulto). Aún cuando muchos ofrecemos programas gratuitos de
atención no es suficiente para la situación actual que ya es un problema de
salud pública. Si hablamos de psicosis (estado de locura) y lo conceptualizamos
como la persona que pierde contacto con la realidad y muchas veces presenta
alucinaciones visuales, auditivas o cree en cosas que no son reales, podemos
entender que la población venezolana vive en una psicosis intermitente. Creer que las cosas van a mejorar es
un delirio que lo llamamos esperanza. Ver que alguien tiene escarcha en su piel
de la nada como un contacto con la Virgen lo llamamos Fe. Pensar que algún
líder político nos salvará de la ruina que vivimos es una disociación. Los
síntomas de un episodio de psicosis pueden incluir el discurso incoherente (“ya
viene un cambio”, “aquí podemos estar bien”, “lo de la gasolina se resuelve,”
“mejor me voy porque van a poner el agua”, “si no hay luz ponemos planta
eléctrica”, “si no hay agua hacemos un pozo profundo”) y una conducta
desorganizada; por ejemplo, la ira (no hay mucho que explicar acá). Sin
embargo, normalmente la psicosis incluye uno de los siguientes dos principales
síntomas:
• Alucinaciones: ver, escuchar o
sentir físicamente cosas que en realidad no están allí. Ya ustedes saben
cuántas alucinaciones podemos tener al día.
• Delirios: pensamientos fuertes
que probablemente no sean verdad y puedan parecer irracionales a otros. (¿Lo
explico?)
De acuerdo a
la NAMI, la mayoría de las personas creen que la psicosis consiste en escapar
de la realidad de forma repentina; sin embargo, usualmente existen signos de
alerta que preceden a un episodio de psicosis. Saber en qué fijarnos puede
brindarnos la oportunidad de intervenir de forma temprana. Algunos de estos indicios
son:
• Una disminución preocupante del
desempeño académico o laboral.
• Problemas para pensar con
claridad o concentrarse.
• Desconfianza o incomodidad
hacia otros
• Deterioro del cuidado e higiene
personal.
• Comportamiento solitario, más
del habitual.
• Emociones fuertes e
inapropiadas, o al contrario, frialdad absoluta.
Algunos de
estos síntomas (o todos) están presentes en nuestra sociedad, sin ser asumidos
como síntomas de alarma frente a un episodio psiquiátrico. Es prácticamente lo
normal en la conducta del venezolano. Algunas causas que podemos mencionar que
conllevan a la psicosis son:
• Genética. Aunque existe
relación no es condenatorio de sufrir psicosis, sin embargo, una tercera
generación en “revolución” podría estar gestando la genética suficiente para
generaciones futuras con altos índices de psicosis.
• Trauma. Un hecho traumático,
por ejemplo, una muerte, guerra o abuso sexual, pérdida de un negocio, entrada
en la pobreza, pandemia en País sin sistemas de salud ni higiene, hambre, altos
niveles crónico de estrés, angustia o pánico, pueden desencadenar un episodio
de psicosis.
• Consumo de sustancias. El
consumo de marihuana, opio, heroína y otras sustancias puede aumentar el riesgo
de psicosis en las personas que ya son vulnerables. Si incluimos el alcohol y
asumimos que somos un País alcohólico, saque UD. la cuenta.
• Condiciones o lesiones físicas.
Algunas veces los traumatismos craneoencefálicos, tumores cerebrales, derrames
cerebrales, el VIH, y algunas condiciones cerebrales como Parkinson, Alzheimer
y demencia pueden generar episodios de psicosis. Cada vez más son las personas
que no obtuvieron el tratamiento o atención adecuada luego de un accidente y
quedaron con lesiones crónicas, deformaciones, amputaciones, entre tantas otras
condiciones que no pueden ser tratadas por falta de insumos médicos, acceso a
medicinas, atención a tiempo, sistemas de emergencia fallidos, faltas de
ambulancia y la lista sigue.
De acuerdo a la Asociación Vizcaína de
Familiares y Personas con Enfermedad mental, “EL TRASTORNO MENTAL es una alteración de tipo
emocional, cognitivo y/o comportamiento, en que quedan afectados procesos
psicológicos básicos como son la emoción, la motivación, la cognición, la
conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje,
etc”. (1) ¿Les parece conocidas estas alteraciones? Según los
criterios de clasificaciones internacionales como la DSM-V de la American
Psychiatric Association o la CIE-11 de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), los grupos de diagnósticos que dan lugar a la aparición de una situación
valorada como Enfermedad Mental Grave son:
· Esquizofrenia y grupo de trastornos
psicóticos. Son trastornos del pensamiento, alucinaciones y síntomas
negativos; suele conllevar gran afectación de las funciones de relación social.
Se produce un grave deterioro de la evaluación de la realidad que interfiere en
gran medida con la capacidad para responder a las demandas cotidianas de la
vida. Estas distorsiones provienen de la percepción del pensamiento y de las
emociones. Si esto lo relacionamos con el día a día que experimentamos los
venezolanos podrías concluir que somos un País de esquizofrénicos.
· Trastorno Bipolar y grupo de los trastornos
afectivos mayores. Son fases de alteración severas del estado de ánimo y
el nivel de la actividad de la persona que lo padece (episodios
maníaco-depresivos). Un día feliz, otro deprimido, luego con esperanzas y
sensación de bienestar por unos meses y de pronto rabia, desesperación,
tristeza por otros meses. ¿Será que somos un País, también de bipolares?
· Trastornos de la Personalidad. Es una
alteración de la personalidad, de la forma de vivir, de la forma de ser y de
relacionarse con el entorno. La patología viene dada por agrupaciones de rasgos
peculiares (no síntomas clínicos) que hacen sufrir a la persona o le generan importantes
conflictos en la relación interpersonal y/o social. Si vives en Venezuela no
hay que explicar mucho este tipo de trastornos que presenciamos a diario.
· Trastorno Obsesivo Compulsivo. El TOC es un
trastorno mental crónico, que los manuales diagnósticos lo ubican dentro de la
categoría de los “Trastornos Obsesivos Compulsivos y trastornos relacionados”
(DSMV), y dentro del grupo de “trastornos neuróticos secundarios a situaciones
estresantes y somatomorfos” (CIE-10). Cuando una persona padece un TOC tiene
ciertos pensamientos repetitivos de manera involuntaria y presenta rutinas o
rituales de manera continuada. Por ejemplo: “está lloviendo, se va a ir la
luz”, “me voy del País, me voy del País, me voy del País”, “debo revisar 6
veces que cerré bien la casa antes de irme a dormir”, “evita uniformados, te
pueden matraquear, evítalos, evítalos, evítalos”, “si me contagio en este País
me muero, lávate las manos 20 veces por 20 segundos” … Muchos dirán que
nuestras conductas o pensamientos no son realmente derivados de un TOC, pero
¡vaya que se parecen!
Vivir en Venezuela es una experiencia
antropológica, psiquiátrica y de alta complejidad al punto que explicar a
alguien en el extranjero tal experiencia resulta casi imposible o muy difícil
de asimilar para quien lleva al menos 3 meses fuera del País. Sí, con 3 meses
es suficiente para no reconocer la tierra que se ha dejado atrás. El deterioro
es avasallante y el cerebro humano no tiene la velocidad para adaptarse al
tiempo en que se dan los cambios. Cuando pensamos habernos adaptado surge un
nuevo reto y todo debe comenzar de nuevo. Una sociedad que adaptó su capacidad de vida a la
supervivencia, que dejó de vivir y debe dedicarse a sobrevivir es una sociedad
en un estado grave de autodestrucción. Aquellos que han logrado fortunas en un
País económicamente quebrado no escapan de sufrir una enfermedad mental o, tal
vez, ya la sufren y no lo saben. La esperanza y la Fe no fueron mencionadas por
mí al inicio de este artículo de forma despectiva si no como señalamiento del
peligro que existe en el optimismo tóxico o exagerado que pueda desconectarnos
de una realidad abrumadora que nadie puede negar. Es importante desarrollar una
espiritualidad que fortalezca la voluntad en momentos de adversidad, así como
alimentar la esperanza de poder aprender a vivir de una manera diferente, pero,
la esperanza, se construye con acciones que nos lleven a obtener aquello que
deseamos. Esperar algo sin hacer nada o esperar un resultado diferente haciendo
siempre lo mismo es una forma de psicosis o locura.
En el Estado Carabobo se cuenta con un Hospital Psiquiátrico gratuito cuya operatividad está altamente disminuida. Existen Dos Clínicas privadas psiquiátricas en franco deterioro. Alguna vez existió una red ambulatoria (CESAME) conocida como Centros de Salud Mental que dejaron de funcionar hace varios años por falta de adecuadas políticas de administración pública en salud, por lo que la consulta privada de Psicólogos y Psiquiatras ha tomado la función de atención clínica, tratamiento, seguimiento terapéutico y referencia de hospitalización si fuera el caso. Según la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad, en el Estado Carabobo se encuentran déficits de atención en Programas de Salud Mental, así como de profesionales en el área por las migraciones vividas en los últimos 10 años donde el talento médico sale a otros Países. Los que aún trabajamos en el área nos encontramos con la importante tarea de generar salud mental a través de campañas, programas sociales, actividades psicoeducativas y operativos clínicos que subsanen las necesidades desbordantes de la población la cual ofrece diagnósticos en Depresión, Trastorno Bipolar, Trastorno de Angustia generalizado, ataques de pánico, insomnio y crisis convulsivas en alta frecuencia y cuyo tratamiento farmacológico no se logra obtener completo lo que conlleva a la descompensación de pacientes que requieren intervención en crisis afectando al funcionamiento del individuo, familiar y su presupuesto, generando una sobrecarga del sistema de salud al recibir en emergencias médicas simulaciones de infarto (ataques de pánico), gestos suicidas (depresión grave), brotes psicóticos (Bipolares) y deterioro cognitivo (insomnio) sin mencionar un área sensible como lo son nuestros adultos mayores y las patologías observadas por la edad. De acuerdo a la OMS, más de un millón de personas se suicidan anualmente en el mundo y entre 10 y 20 millones intentan suicidarse. En Carabobo ha habido un aumento considerable de suicidios en los último 5 años. Nada de esto registrado por el sistema de salud actual, si no determinado por las estadísticas de la consulta privada, ya que el Ministerio del “Poder Popular” para la Salud dejó de registrar datos epidemiológicos en el área en el año 2003 a nivel nacional. En lo particular, desde el Branger Center, ofrecemos programas sociales de orientación y atención gratuita a través del correo 0800orientame@gmail.com donde cualquier persona puede escribir en busca de ayuda y ser atendido de manera gratuita via correo así como atención online gratuita por la Psicóloga encargada del área, la Lic. Nancy Anzola, quien de manera voluntaria quiso ayudar sin costo alguno a quienes necesiten una consulta psicológica. Sin embargo, no es suficiente. Incluso desde hace algunos años he intentado crear una campaña educativa sobre salud mental que no ha tenido mucha receptividad, obvio, porque las campañas educativas no generan dinero a nadie. Todo parte de nuestra patología colectiva. De igual forma sigo trabajando por la salud mental del venezolano, con la misma pasión y esperanza con la que comencé hace más de 20 años atrás. Esta pandemia amplificó todo lo que veníamos sufriendo en el tema psiquiátrico. Ahora más que nunca es fundamental buscar ayuda sin temor ni pena alguna. Los médicos psiquiatras, psicólogos, gremios, psicoterapeutas calificados, universidades, todos debemos unirnos para enfrentar una sociedad en continuo deterioro, pasando de ego sistemas a ecosistemas.
Tal vez este artículo pueda sonar desesperanzador, negativo, pesimista o incluso condenable, pero si hay algo que no es, es ser irreal, disociativo o negador de la realidad más dura que jamás nos tocó vivir. El conocimiento libera, ilumina y guía para tomar nuevos caminos. Siempre he dicho que el proceso terapéutico comienza cuando el paciente pide su propia cita. Hacer consciente nuestra realidad es el primer paso para despertar de un largo letargo y aunque la luz nos encandile, poder abrir los ojos, vernos los unos a los otros y comenzar a preguntarnos: ¿por dónde comenzamos?