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República Psiquiátrica de Venezuela.

    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la SALUD es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.” La SALUD MENTAL se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. Luego de este concepto les pregunto (a quienes vivimos en Venezuela):

¿Son ustedes conscientes de sus propias capacidades?

¿Pueden afrontar las tensiones normales de la vida?

¿Qué son tensiones normales?

¿Pueden trabajar de forma productiva y fructífera?

¿Pueden hacer contribuciones a sus comunidades?

De acuerdo a la Alianza Nacional para la Salud Mental (National Alliance of Mental Illness -NAMI), “sin salud mental no podemos estar sanos”. Entonces si nos basamos en el concepto de salud mental anterior y respondieron honestamente las preguntas planteadas podríamos sospechar que no tenemos salud mental. La gente de NAMI sigue expresando que “cualquier parte del cuerpo, incluso el cerebro, puede enfermarse. Todos pasamos por eventos que nos causan altibajos emocionales de vez en cuando”. Esto de “de vez en cuando” no aplicaría en nuestro País ya que todos los días y a toda hora (sin exagerar) se presenta un reto que se debe enfrentar. Sigamos leyendo lo que dice la NAMI: “Las condiciones de salud mental van más allá de estas reacciones emocionales que tenemos a situaciones específicas. Se trata de condiciones médicas que causan cambios en nuestra forma de pensar y en nuestro estado de ánimo. Estos cambios pueden alterar tu vida, ya que dificultan tus relaciones con los demás y afectan tu desempeño. Sin el tratamiento adecuado, las condiciones de salud mental pueden empeorar y hacer difícil tu diario vivir”. La exposición continua a estresores de forma crónica se sabe que genera alteración de la salud mental conllevando incluso a cambios químicos, biológicos, fisiológicos que generen una alteración tal que derive en una enfermedad psiquiátrica. Normalmente (aunque no tiene nada de normal) nosotros no hablamos sobre problemas de la salud mental. De hecho, hay poca información al respecto, existe tabú y negación sobre el tema y no se busca tratamiento porque no se reconocen los síntomas de las condiciones o porque no existe suficiente información de cómo o a dónde ir para obtener evaluación y tratamiento. Todo esto aumenta el estigma asociado con las condiciones de salud mental. Muchas personas se niegan a buscar ayuda o tratamientos por temor de ser catalogados como “locos” o como alguien con una condición de salud mental, ya que esto puede provocar vergüenza. El estigma social sigue siendo una señal de ignorancia social sobre el tema. Si le sumamos el tema de la falta de medicación o los excesivos costos de la misma podemos ver lo complicado que es trabajar en salud mental en Venezuela. Quienes buscan ayuda no pueden pagar una consulta privada o el tratamiento adecuado o completo. En los sistemas públicos de salud, la salud mental es prácticamente inexistente, amén del esfuerzo de psiquiatras que trabajan por amor al arte en servicios no remunerados (digo no remunerados porque 2 dólares al mes no es un suelo, es un insulto). Aún cuando muchos ofrecemos programas gratuitos de atención no es suficiente para la situación actual que ya es un problema de salud pública. Si hablamos de psicosis (estado de locura) y lo conceptualizamos como la persona que pierde contacto con la realidad y muchas veces presenta alucinaciones visuales, auditivas o cree en cosas que no son reales, podemos entender que la población venezolana vive en una psicosis intermitente. Creer que las cosas van a mejorar es un delirio que lo llamamos esperanza. Ver que alguien tiene escarcha en su piel de la nada como un contacto con la Virgen lo llamamos Fe. Pensar que algún líder político nos salvará de la ruina que vivimos es una disociación. Los síntomas de un episodio de psicosis pueden incluir el discurso incoherente (“ya viene un cambio”, “aquí podemos estar bien”, “lo de la gasolina se resuelve,” “mejor me voy porque van a poner el agua”, “si no hay luz ponemos planta eléctrica”, “si no hay agua hacemos un pozo profundo”) y una conducta desorganizada; por ejemplo, la ira (no hay mucho que explicar acá). Sin embargo, normalmente la psicosis incluye uno de los siguientes dos principales síntomas:

• Alucinaciones: ver, escuchar o sentir físicamente cosas que en realidad no están allí. Ya ustedes saben cuántas alucinaciones podemos tener al día.

• Delirios: pensamientos fuertes que probablemente no sean verdad y puedan parecer irracionales a otros. (¿Lo explico?)

De acuerdo a la NAMI, la mayoría de las personas creen que la psicosis consiste en escapar de la realidad de forma repentina; sin embargo, usualmente existen signos de alerta que preceden a un episodio de psicosis. Saber en qué fijarnos puede brindarnos la oportunidad de intervenir de forma temprana. Algunos de estos indicios son:

• Una disminución preocupante del desempeño académico o laboral.

• Problemas para pensar con claridad o concentrarse.

• Desconfianza o incomodidad hacia otros

• Deterioro del cuidado e higiene personal.

• Comportamiento solitario, más del habitual.

• Emociones fuertes e inapropiadas, o al contrario, frialdad absoluta.

Algunos de estos síntomas (o todos) están presentes en nuestra sociedad, sin ser asumidos como síntomas de alarma frente a un episodio psiquiátrico. Es prácticamente lo normal en la conducta del venezolano. Algunas causas que podemos mencionar que conllevan a la psicosis son:

• Genética. Aunque existe relación no es condenatorio de sufrir psicosis, sin embargo, una tercera generación en “revolución” podría estar gestando la genética suficiente para generaciones futuras con altos índices de psicosis.  

• Trauma. Un hecho traumático, por ejemplo, una muerte, guerra o abuso sexual, pérdida de un negocio, entrada en la pobreza, pandemia en País sin sistemas de salud ni higiene, hambre, altos niveles crónico de estrés, angustia o pánico, pueden desencadenar un episodio de psicosis.

• Consumo de sustancias. El consumo de marihuana, opio, heroína y otras sustancias puede aumentar el riesgo de psicosis en las personas que ya son vulnerables. Si incluimos el alcohol y asumimos que somos un País alcohólico, saque UD. la cuenta.

• Condiciones o lesiones físicas. Algunas veces los traumatismos craneoencefálicos, tumores cerebrales, derrames cerebrales, el VIH, y algunas condiciones cerebrales como Parkinson, Alzheimer y demencia pueden generar episodios de psicosis. Cada vez más son las personas que no obtuvieron el tratamiento o atención adecuada luego de un accidente y quedaron con lesiones crónicas, deformaciones, amputaciones, entre tantas otras condiciones que no pueden ser tratadas por falta de insumos médicos, acceso a medicinas, atención a tiempo, sistemas de emergencia fallidos, faltas de ambulancia y la lista sigue.

De acuerdo a la Asociación Vizcaína de Familiares y Personas con Enfermedad mental, “EL TRASTORNO MENTAL es una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o comportamiento, en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como son la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje, etc”. (1) ¿Les parece conocidas estas alteraciones? Según los criterios de clasificaciones internacionales como la DSM-V de la American Psychiatric Association o la CIE-11 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los grupos de diagnósticos que dan lugar a la aparición de una situación valorada como Enfermedad Mental Grave son:

·       Esquizofrenia y grupo de trastornos psicóticos. Son trastornos del pensamiento, alucinaciones y síntomas negativos; suele conllevar gran afectación de las funciones de relación social. Se produce un grave deterioro de la evaluación de la realidad que interfiere en gran medida con la capacidad para responder a las demandas cotidianas de la vida. Estas distorsiones provienen de la percepción del pensamiento y de las emociones. Si esto lo relacionamos con el día a día que experimentamos los venezolanos podrías concluir que somos un País de esquizofrénicos.

·       Trastorno Bipolar y grupo de los trastornos afectivos mayores. Son fases de alteración severas del estado de ánimo y el nivel de la actividad de la persona que lo padece (episodios maníaco-depresivos). Un día feliz, otro deprimido, luego con esperanzas y sensación de bienestar por unos meses y de pronto rabia, desesperación, tristeza por otros meses. ¿Será que somos un País, también de bipolares?

·       Trastornos de la Personalidad. Es una alteración de la personalidad, de la forma de vivir, de la forma de ser y de relacionarse con el entorno. La patología viene dada por agrupaciones de rasgos peculiares (no síntomas clínicos) que hacen sufrir a la persona o le generan importantes conflictos en la relación interpersonal y/o social. Si vives en Venezuela no hay que explicar mucho este tipo de trastornos que presenciamos a diario.

·       Trastorno Obsesivo Compulsivo. El TOC es un trastorno mental crónico, que los manuales diagnósticos lo ubican dentro de la categoría de los “Trastornos Obsesivos Compulsivos y trastornos relacionados” (DSMV), y dentro del grupo de “trastornos neuróticos secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos” (CIE-10). Cuando una persona padece un TOC tiene ciertos pensamientos repetitivos de manera involuntaria y presenta rutinas o rituales de manera continuada. Por ejemplo: “está lloviendo, se va a ir la luz”, “me voy del País, me voy del País, me voy del País”, “debo revisar 6 veces que cerré bien la casa antes de irme a dormir”, “evita uniformados, te pueden matraquear, evítalos, evítalos, evítalos”, “si me contagio en este País me muero, lávate las manos 20 veces por 20 segundos” … Muchos dirán que nuestras conductas o pensamientos no son realmente derivados de un TOC, pero ¡vaya que se parecen!

Vivir en Venezuela es una experiencia antropológica, psiquiátrica y de alta complejidad al punto que explicar a alguien en el extranjero tal experiencia resulta casi imposible o muy difícil de asimilar para quien lleva al menos 3 meses fuera del País. Sí, con 3 meses es suficiente para no reconocer la tierra que se ha dejado atrás. El deterioro es avasallante y el cerebro humano no tiene la velocidad para adaptarse al tiempo en que se dan los cambios. Cuando pensamos habernos adaptado surge un nuevo reto y todo debe comenzar de nuevo. Una sociedad que adaptó su capacidad de vida a la supervivencia, que dejó de vivir y debe dedicarse a sobrevivir es una sociedad en un estado grave de autodestrucción. Aquellos que han logrado fortunas en un País económicamente quebrado no escapan de sufrir una enfermedad mental o, tal vez, ya la sufren y no lo saben. La esperanza y la Fe no fueron mencionadas por mí al inicio de este artículo de forma despectiva si no como señalamiento del peligro que existe en el optimismo tóxico o exagerado que pueda desconectarnos de una realidad abrumadora que nadie puede negar. Es importante desarrollar una espiritualidad que fortalezca la voluntad en momentos de adversidad, así como alimentar la esperanza de poder aprender a vivir de una manera diferente, pero, la esperanza, se construye con acciones que nos lleven a obtener aquello que deseamos. Esperar algo sin hacer nada o esperar un resultado diferente haciendo siempre lo mismo es una forma de psicosis o locura.

En el Estado Carabobo se cuenta con un Hospital Psiquiátrico gratuito cuya operatividad está altamente disminuida. Existen Dos Clínicas privadas psiquiátricas en franco deterioro. Alguna vez existió una red ambulatoria (CESAME) conocida como Centros de Salud Mental que dejaron de funcionar hace varios años por falta de adecuadas políticas de administración pública en salud, por lo que la consulta privada de Psicólogos y Psiquiatras ha tomado la función de atención clínica, tratamiento, seguimiento terapéutico y referencia de hospitalización si fuera el caso. Según la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad, en el Estado Carabobo se encuentran déficits de atención en Programas de Salud Mental, así como de profesionales en el área por las migraciones vividas en los últimos 10 años donde el talento médico sale a otros Países. Los que aún trabajamos en el área nos encontramos con la importante tarea de generar salud mental a través de campañas, programas sociales, actividades psicoeducativas y operativos clínicos que subsanen las necesidades desbordantes de la población la cual ofrece diagnósticos en Depresión, Trastorno Bipolar, Trastorno de Angustia generalizado, ataques de pánico, insomnio y crisis convulsivas en alta frecuencia y cuyo tratamiento farmacológico no se logra obtener completo lo que conlleva a la descompensación de pacientes que requieren intervención en crisis afectando al funcionamiento del individuo, familiar y su presupuesto, generando una sobrecarga del sistema de salud al recibir en emergencias médicas simulaciones de infarto (ataques de pánico), gestos suicidas (depresión grave), brotes psicóticos (Bipolares) y deterioro cognitivo (insomnio) sin mencionar un área sensible como lo son nuestros adultos mayores y las patologías observadas por la edad. De acuerdo a la OMS, más de un millón de personas se suicidan anualmente en el mundo y entre 10 y 20 millones intentan suicidarse. En Carabobo ha habido un aumento considerable de suicidios en los último 5 años. Nada de esto registrado por el sistema de salud actual, si no determinado por las estadísticas de la consulta privada, ya que el Ministerio del “Poder Popular” para la Salud dejó de registrar datos epidemiológicos en el área en el año 2003 a nivel nacional. En lo particular, desde el Branger Center, ofrecemos programas sociales de orientación y atención gratuita a través del correo 0800orientame@gmail.com donde cualquier persona puede escribir en busca de ayuda y ser atendido de manera gratuita via correo así como atención online gratuita por la Psicóloga encargada del área, la Lic. Nancy Anzola, quien de manera voluntaria quiso ayudar sin costo alguno a quienes necesiten una consulta psicológica. Sin embargo, no es suficiente. Incluso desde hace algunos años he intentado crear una campaña educativa sobre salud mental que no ha tenido mucha receptividad, obvio, porque las campañas educativas no generan dinero a nadie. Todo parte de nuestra patología colectiva. De igual forma sigo trabajando por la salud mental del venezolano, con la misma pasión y esperanza con la que comencé hace más de 20 años atrás. Esta pandemia amplificó todo lo que veníamos sufriendo en el tema psiquiátrico. Ahora más que nunca es fundamental buscar ayuda sin temor ni pena alguna. Los médicos psiquiatras, psicólogos, gremios, psicoterapeutas calificados, universidades, todos debemos unirnos para enfrentar una sociedad en continuo deterioro, pasando de ego sistemas a ecosistemas.

Tal vez este artículo pueda sonar desesperanzador, negativo, pesimista o incluso condenable, pero si hay algo que no es, es ser irreal, disociativo o negador de la realidad más dura que jamás nos tocó vivir. El conocimiento libera, ilumina y guía para tomar nuevos caminos. Siempre he dicho que el proceso terapéutico comienza cuando el paciente pide su propia cita. Hacer consciente nuestra realidad es el primer paso para despertar de un largo letargo y aunque la luz nos encandile, poder abrir los ojos, vernos los unos a los otros y comenzar a preguntarnos: ¿por dónde comenzamos?