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Vivir en pareja...

Siempre que comienzo una charla, taller o conferencia, comienzo describiendo los conceptos básicos que están incluidos en el tema. En este momento en particular estuve pensado mucho sobre la manera de explicar qué son emociones saludables en la pareja. Resulta, que no todas las emociones son saludables y no todas las parejas son parejas. No solamente porque estamos acostumbrados a etiquetar a las personas basados en su conducta y nada más, sino porque existen maneras de expresar emociones en los seres humanos que por muy insanas que a veces nos parezcan son más saludables y salvadoras de lo que podemos imaginar. John Gray, (1996), describe en su libro “Los Hombres son de Marte, Las Mujeres son de Venus”, que uno de los desafíos más difíciles en nuestras relaciones afectivas es el manejo de las diferencias y los desacuerdos. Esto es tan cierto como el aire que respiras, pero es precisamente el cómo manejar estas situaciones lo que nos trae a tocar el presente tema. Así como la comunicación constituye el elemento más importante en una relación, las discusiones pueden ser el elemento más destructivo. Recordemos que mientras más cerca estamos de alguien más fácil resulta herirle o ser herido. Además de que, por lo general, no es lo que decimos lo que lastima en una discusión, sino el cómo lo decimos.
Aristóteles tenía una receta para manejar las relaciones con suavidad. “Usted debe ser capaz”, decía, “de enojarse con la persona correcta, en el grado correcto, en el momento correcto, por el propósito correcto y en la forma correcta”. Esta forma de autocontrol fue llamada Inteligencia Emocional por el Psicólogo Daniel Goleman refiriéndose a una combinación de habilidades entre las cuales se incluyen empatía, autocontrol, conciencia de sí mismo, sensibilidad hacia los sentimientos de los demás, persistencia y auto motivación, entre otras.
Ahora bien, independientemente de las teorías ya conocidas de lo que es la emoción, existe un componente sumamente importante en todo esto y ese es la forma en que nosotros expresamos nuestras emociones. Las expresiones emocionales, o señales externas de lo que una persona está sintiendo, son especialmente importantes porque comunican emoción de una persona a otra. Recordemos que la raíz de la palabra emoción significa “conmover” y es precisamente hacer eso lo que logran las emociones en nosotros, movernos con lo que el otro siente.
Ahora bien, ¿qué es saludable en una pareja? No existen fórmulas perfectas o exactas. La pareja es una empresa y si no lo entendemos así, estamos en peligro de ir a banca rota. Aunque les suene frío, es una realidad. El amor es como el dinero, si no nos tenemos en buena autoestima y pretendemos dar amor a los demás, estaremos escribiendo cheques sin fondo y nos los van a rebotar. Debemos tener capital en nuestra cuenta si queremos hacer negocio con nuestra pareja. No podemos pretender tener nuestras cuentas emocionales sobregiradas porque sencillamente le van a reclamar que se ponga al día y si no paga a tiempo, le cierran el negocio. Esto del amor no se aprende en la universidad, no es algo que podamos leer en los libros y entenderlo sin practicarlo, no puede haber emociones saludables sin parejas saludables. Cuando el Tú y el Yo se convierte en un nosotros, nos estamos comprometiendo a mantenernos el uno con el otro; pasamos a tener una individualidad compartida y entendemos que el amor son los hilos con los que vamos haciendo una nueva manta con la que nos arropamos en las noches de frío. En una pareja si existe amor, aún y cuando éste esté tapiado por mucho resentimiento, rencor, frustración, rabia y tristeza, el amor encuentra la manera, como dice la canción, “love will find the way”; pero claro, este proceso la mayoría de las veces debe ser guiado. Por lo general, la primera acción que tomamos antes de investigar si aún hay amor en nuestra relación es la del abandono, la separación, volver a nuestro supuesto estado primitivo de aislamiento, porque así nos dijeron que nacimos, solos ¡y solos nos vamos a morir! Resulta señoras y señores que no es así. Para poder nacer necesitamos que mamá puje fuertemente para que podamos cumplir con los mecanismos del parto y necesitamos que alguien nos reciba y nos atienda mientras aprendemos a respirar por primera vez con nuestros propios pulmones y, existe un gentío esperando afuera de la sala de parto para vernos a la cara y comparar a quién nos parecemos más. El médico escribe, como la primera orden en la historia médica, “alojamiento conjunto”, es decir, bebé y mamá. Entonces, ¡No señor!, solos no nacemos, si fuera así, entonces al nacer conoceríamos a la muerte de inmediato. Y no morimos solos tampoco, aún y cuando nuestra sociedad occidental no sabe morir, siempre tenemos a un gentío alrededor, aunque sean médicos y enfermeras y después, toda la familia que va a ver lo que quedó de nosotros mientras nos recibe otra familia llena de luz y amor. Pero eso es otro cuento, el asunto es que no estamos hechos para estar solos.
Los seres humanos vinimos a este planeta a compartir nuestra vida con alguien. Hemos leído, escuchado o conocido historias como las que relata John Gray, o sobre las almas gemelas según nos dice Brian Weisse en sus múltiples investigaciones, o la personificación de la pareja venezolana por Nelson Torres en su magistral obra Hombre – Mujer, Poema – Cama – Casa.; y así podríamos nombrar infinidad de personas que han hurgado en los rincones más profundos de la mente emparejada y la conclusión a la que todos llegan es la misma, ¡no estamos hechos para estar solos! Si hablamos antropológicamente de la pareja debemos remontarnos a los primeros siglos de nuestra era y darnos cuenta que el hombre y la mujer se han buscado mutuamente, de diferentes formas, pero siempre para lograr el binomio que hace posible la perpetuación de nuestra especie en el planeta. Recordemos lo que Freud decía: “la soledad es el embrión generador de la neurosis”; es por esto que Nelson Torres nos recuerda que “es el instinto gregario el que nos impulsa a buscar y encontrar con quien compartir siempre”.
El tema del amor es a veces tan incómodo como bizarro, por lo tácito que ha sido tratado siempre. Es como la sombra que refleja el sol en nuestro cuerpo en la arena o los lentes que buscamos afanosamente sin darnos cuenta que los tenemos colgados de la camisa. Hoy en día existen algunos políticos que desprecian el estudio del amor como algo no científico, pero en un mundo en constante destrucción por la violencia, el odio y la desesperación, ¿qué podría ser más importante que entender el estado elusivo que llamamos amor? La palabra más famosa en cualquier idioma es “yo te amo”, sin embargo, ¿cuándo fue la última vez que UD la usó con su pareja? El amor es el único artículo de consumo que el poder no puede imponer y el dinero no puede comprar, como dice un escrito anónimo muy antiguo. Por lo tanto, las emociones saludables en la pareja las podemos reducir a una sola, el amor.
El ser humano está en el planeta para amar y ser amado. El amor es la emoción o el sentimiento fundamental que nos mueve a vivir. Vivimos para hacer pareja y la pareja perpetua la especie. ¿Voy bien? OK. Ahora, la especie no está feliz porque la pareja no se sabe expresar y para expresar el amor hay que saber cómo hacerlo y para hacerlo hay que ser mejores personas, es decir, necesitamos aprender a reconocer el conflicto y tratarlo sin intentar eliminarlo porque parte de la vida en pareja son los problemas. Ellos nos ayudan a ser mejores y nos recuerdan que debemos comunicarnos mejor y expresar nuestras emociones de la manera más agradable para así sentirnos agradados por nuestra pareja y disfrutar de nuevo del amor. Al disfrutar del amor aumentamos nuestra capacidad de intimar y se aviva la pasión lo que nos lleva a permanecer juntos y a perpetuar la especie que con emoción aprende las lecciones del amor desde que nace, tomando conciencia del motivo por el cual venimos al planeta, amar y ser amado.
Vivir saludablemente en pareja es expresar saludablemente nuestras emociones. Después de tener una ligera pincelada de lo que significa vivir en pareja, no te asustes, al contrario, atrévete a enamorarte porque el que no se ha enamorado nunca no ha vivido. Amor al primer susto es amar con o sin disgusto.