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Sexto año: Pensar en resumir los años...

Pensar en resumir los años
es casi creer que el sol se oculta de día
porque un segundo en la vida
es una historia perdida
en la memoria de aquellos
que viven sin revivirla.

Con el miedo en los ojos
caminando a través de pasillos inciertos
dimos nuestros primeros pasos hacia el futuro de Asclepio
sin saber que en unos años el mismo miedo a lo incierto
aparecería de nuevo justo antes de ser médicos.

Y recordamos...

Días de alegría al compartir con los míos
el cariño de una sonrisa de un paciente desconocido;
días tristes y lluviosos al compartir con la madre
la extinta luz de sus ojos, por un motivo perdido.

Aprendimos lo importante, la anatomía del cuerpo,
la histología del tiempo y los modales del viejo
y conocimos lo sano junto al sentir del enfermo
pero no fue suficiente la dedicación ni el tiempo
para saber de lo humano, del alma y los sentimientos.

Maestros muchos tuvimos, corazones de guerreros,
manos de hierro fundido en terciopelo de acero,
plumas de ángel caído con la razón en el cielo.

Algunos con suavidad en el toque
y otros u otras con firmeza en las pisadas, exigiendo lo justo
sin justicia ni duelo, sin preguntarte si eres
o fuiste cielo o terreno.

Creamos enredaderas y tejimos amistades
con columnas de verdades y canciones de mi tierra
aunque otras no tan certeras nos enseñaron la vereda
que nos lleva al destino de esta hermosa carrera.

En la puerta de salida vemos un mundo que hemos conocido
por libros llenos de temas y palabras de moralejas,
pero con tanta experiencia en los años recorridos
y aún nos tiemblan las piernas al no haber reconocido
que en unos meses seremos solos, con nuestro empuje
y nuestro empeño, con un ojo en el rezo y el otro sobre el enfermo.

Juro por Apolo Médico... comienza nuestro juramento
y sin temor y sin lamentos, sin premura ni complejos
de pronto tristeza sentimos al sabernos casi sueltos
finalizando un hermoso huerto, dejando atrás una época de risas y de inventos
con compañeros de guerra, de canciones y de cuentos.




Y pienso.....

Si bien no fui una estrella en este vasto firmamento
me basta ser un lucero ante este gran universo
y procurar brillar siempre con luz propia en mi sendero
procurándome una vida llena de sincero agradecimiento.

Si nuestras manos son humanas y hay nobleza en el alma,
si la mente se complace en saber y saber constante,
si en la mirada hay amor y comprensión en el rostro,
entonces seremos galenos a los que tildarán de buenos
pero si el espíritu se resiente y en la mente solo hay juicios
y no le buscamos calma y paz a un solo paciente,
a nuestra familia o a un amigo o creyente
entonces que Panaceia nos envíe la muerte
y nos mande al campo de los olvidos,
que Higieia nos entierre vivos en el jardín de los mendigos
y que la vida se cubra de una tristeza perenne
como la hierba del campo como la culpa del vivo.














Y de nuevo pienso...

Cierro mis ojos y me proyecto al futuro
y es que no me veo haciendo otra cosa
que no sea sembrando salud y frutos,
sonrisas llenas de vida y aceptación de la muerte misma,
como un proceso tan importante y natural
como el nacer, y de nuevo deseo ver
el color de toda una vida, mi vida, que es tan mía.

Solo le pido a Dios que nos dé la oportunidad
de probarnos a nosotros mismos como buenos samaritanos
y de antemano les digo que si volviera a nacer
escribiría de nuevo este poema también
porque sin prisa y tranquilo sin de nada arrepentirme
volvería a caminar por los pasillos inciertos,
por los caminos de aciertos, del ensayo y el error
y sin ningún temor repetiría la historia
de jurar en mi memoria lo que Hipócrates dejó.

Tan solo tengo un deseo
y hoy se lo ofrezco a Dios
y es vivir lo suficiente
para seguir sirviendo a mi gente,
desde el día mismo que sea
un galeno, médico o incluso residente.